Hola, Elena, ¿qué tal estáis? ¿cómo andan Jesús y Samuel? - Supongo que creciendo poco a poco y vosotros estaréis siendo testigos directos de cada progreso en su crecimiento.
Quería escribirte porque desde que llegué a tierras quisqueyanas me ha llamado la atención una cosa: la cantidad de "loquitos" que hay por aquí. Y no es que yo considere que en Santo Domingo hay un mayor porcentaje de personas con trastornos psicológicos o psiquiátricos que en España, pero lo que sí es cierto es que se ven mucho más y a veces andan un poco desorientados, dejados y hasta algo olvidados.
Te explico un poco mejor: en el barrio es común encontrarte a personas que necesitan un tratamiento especial, y que nadie se preocupa de ellos; deambulan por las calles haciendo "locuras", comportándose de forma extraña.
Te lo cuento a ti, que andas a vueltas con la Eduación Especial, con aquellos niños que necesitan una atención especial, diferenciada, para que puedan sacar todo lo mejor de sí mismos. Y es que yo creo que muchos de los "loquitos" que andan por aquí están así porque nadie los ha atendido debidamente desde pequeñitos, y su enfermedad, muchas veces solucionable, ha ido degradando.
Me da un poco de pena, porque tampoco la familia los atienden como merecen y dejan pasar las cosas sin poner remedio.
Ocurre, además, un fenómeno muy curioso, y es que muchos de ellos tienen la costumbre de venir por la Iglesia y asistir a la Eucaristía, por lo que algunas veces comparten sus "locuras" con la comunidad parroquial. Aún así hay que decir que todos ellos son pacíficos y algunos nos dan mil vueltas en cuestión de vivir la fe y testimonio cristiano.
Te cuento sólo el caso de una muchaha que tiene "la misión" -así lo interpreta ella- de limpiar la Iglesia y estar cerca del templo parroquial todo el día. Y te puedes creer que se toma bien en serio "su misión". Tiene todos los alrededores de la Iglesia bien limpios, quita y barre las hojas a todas horas. Eso no lo hace tan bien ni el Ayuntamiento. Bien es cierto que cuando cerramos la Iglesia ya de noche, cuando todo el mundo se ha ido, ella sigue ahí, agarrada a los barrotes de entrada de la Parroquia, con la mirada perdida...
Aún así por aquí hay algún que otro centro psiquiátrico. Es muy conocido uno que llaman "el 28", porque está en el Km. 28 de la autopista Duarte. Cuando ven a uno que anda haciendo locuras, se comenta: "está para el 28".
Bueno, Elena, espero que ninguno de los de tu alrededor estén como para ir al "28", aunque tengo una teoría y es que todos tenemos, o deberíamos tener, algo de locura.
Un beso muy grande, de parte de otro "loquito más".