En esta semana, hermanos y hermanas,
hemos visto cómo se despedía de su Pontificado el Papa (emérito) Benedicto XVI.
Personalmente el momento en el que Benedicto
se subió al helicóptero me pareció muy representativo de lo que significa la
renuncia que él ha presentado ante toda la Iglesia.
En varios momentos él ha afirmado que
no se marcha de la Iglesia, que no renuncia a su fe ni huye de nada,
simplemente que ahora seguirá sirviendo a la Iglesia pero de otro modo. Y es
que el gesto de Benedicto de marcharse en helicóptero y subir a las nubes para
luego bajar de nuevo y posarse en la tierra, me recuerda a algo que ya dijo
Jesús en el momento de la Ascensión: “Yo estaré siempre entre ustedes”.
En el fondo así tiene que ser la vida
de cualquier cristiano: hoy estamos sirviendo en un lugar y mañana en otro; hoy
colaboramos en la Parroquia realizando una misión y mañana seguimos colaborando
realizando otra misión distinta; hoy somos responsables de un grupo y mañana le
toca tomar esa responsabilidad a otro. ¿Y qué pasa? –No pasa nada. Es más bien
una alegría, una satisfacción, saber que no somos imprescindibles, que hay
otros que hacen las cosas tan bien como nosotros o mejor.
El Papa (perdón: Papa emérito) nos ha
dado una lección. Que todos aprendamos.
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