Y yo me pongo a imaginar cómo sería el traje de boda que nos pide Jesús para entrar en el Reino de los cielos:
Los zapatos, de tanto andar por los caminos de la vida, de tanto ir y venir, estarían sucios, llenos de polvo, desgastados de la suela. Probablemente serían unos zapatos sin cordones, abiertos, sin ataduras...
El pantalón estaría roto por las rodillas, de tanto agacharse y abajarse para ensalzar a los humildes y levantar a los caídos...
La camisa sería blanca, pura, limpia... y en el lado del corazón habría un hueco, un roto, de tanto darse a los demás, de tanto regalar cariño y amor a los otros...
La chaqueta..., al banquete llegaríamos sin chaqueta, porque por el camino de la vida se la habríamos entregado a alguien que estuviera pasando frío...
La corbata estaría llena de caras, de rostros de personas sonrientes que agradecen el habernos conocido...
Hermano, amigo, vete a mirar al espejo y observa a ver cómo están tus zapatos, tus pantalones, tu camisa...
Muy bonita y clara está la reflexión Santi. Ese es el traje que que Jesús quiere para todos nosotros. Y es como lo dice la Hermana Glenda: "Que mi apariencia, Señor, sea hermosa para ti".
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