7 de marzo de 2012

Privilegios y favores


Hoy celebré la Misa en Radio ABC, la radio católica de República Dominicana. Estas fueron mis palabras en la homilía y que quiero compartir con ustedes:

     "Han cavado una fosa”, dice el profeta Jeremías en la 1ª lectura. Porque percibe que la gente del pueblo está contra él. Sus oráculos, sus palabras son incómodas para quienes le escuchan. Lo que quieren es tenderle trampas para acallar su voz.
     Eso que le ocurría al profeta Jeremías también hoy se da entre nosotros que cavamos fosas y tendemos trampas a aquellos que vienen con la verdad. Cuántos profetas hoy son acallados, excluidos porque su verdad es incómoda. Algunos logran sobrevivir como Jeremías, pero otros se convierten en mártires del Evangelio. 
     Tenemos como ejemplo a Monseñor Romero, obispo salvadoreño, un hombre de Dios, que defendió la verdad del Evangelio y denunció las injusticias. Fue matado y anulado para que no molestara, para que los poderosos siguieran dominando y manipulando al pueblo.
     Todos estamos llamados a ser profetas, anunciadores del Reino. A veces eso nos puede llevar a no ser entendidos, a ser perseguidos. Muchos querrán tendernos trampas, cavar una fosa para que caigamos en ella. A pesar de eso, tenemos que seguir adelante y ponernos en las manos de Dios como lo hizo Jeremías.
     En el Evangelio de hoy vemos el anuncio de Jesús de su pasión, muerte y resurrección. En varias ocasiones Jesús dice cómo acabarán sus días y cuáles pueden ser las consecuencias que le pueden venir por anunciar la verdad. Pero Él lo tiene asumido y lo acepta.
     Es un caso paralelo y similar al de Jeremías. También a Jesús le tienden trampas y le cavan fosas. Pero también Él se pone en las manos de Dios.
     En medio de ese anuncio de Jesús se acerca la madre de los hijos de Zebedeo y le pide a Jesús que reserve un lugar privilegiado a sus dos hijos: uno a su derecha y otro a su izquierda. Esta mujer aún no había entendido nada. Pensaba que el estilo de Jesús era el de los jefes y reyes de este mundo. El Reinado de Jesús es otro, el del servicio y no el del privilegio y los favores.
     La tentación y pretensiones de esta buena mujer siguen estando entre nosotros. Sí, sí, pronto tendremos unas elecciones en este país y el que más y el que menos va buscando su huequecito, su espacio a la derecha o la izquierda de este o aquel candidato. Además dichos candidatos se sirven de eso para manipular al pueblo y prometerles puestos cerca de ellos. Lamentablemente nuestra sociedad y nuestra política funcionan así: si me votas, te reservo tal puesto o tal otro. Algo tendremos que hacer, hermanos y hermanas.
     Pero gracias a Dios, Jesús no concede privilegios a nadie. Ah, bueno, perdón, sí que concede privilegios: a aquellos que se ponen al servicio de los otros, a aquellos que se ponen en los últimos lugares, a aquellos que se comportan con humildad.
     ¿Y nosotros dónde queremos estar: al lado de los ricos, los poderosos, los manipuladores y los que tiranizan al pueblo… o al lado de los últimos de nuestra sociedad, los humildes, los sencillos y los pobres? La diferencia entre elegir una de estas dos opciones es que una nos acerca a Jesús, mientras que la otra nos aparta.
     Buen camino de Cuaresma, hermanos y hermanas

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