A lo largo de mi vida, me ha tocado trabajar en multitud de ocasiones con niños y con jóvenes: en catequesis, en los coros, en campamentos, convivencias..., y uno no deja de sorprenderse ante la capacidad de retención y aprendizaje de los más pequeños.
El otro día analizando esa realidad se me ocurría pensar que los niños son como un CD en blanco (virgen) que tú lo vas "quemando" poco a poco, que le vas metiendo información. Los niños cuando vienen al mundo no traen nada, sólo el deseo de adaptarse al medio que les rodea, y poco a poco se van llenando de experiencias, de aprendizajes que les van conformando su personalidad.
Hay CD´s (hay niños) que contienen poca información, el disco está casi vacío, otros CD´s (niños) están repletos de información. A unos se les llena de una información, a otros de otra. También, por desgracia, hay CD´s (hay niños) que cuando están en el proceso de grabación dan error. Esos niños son aquellos a los que nuestra sociedad les corta las posibilidades de seguir creciendo y llenándose de contenidos, aquellos que son manipulados, violados, explotados... Algunos pueden desechar esa información y volver a comenzar, mientras que otros no tienen esas oportunidades.
Los adultos, los mayores, ya estamos moldeados, nuestro CD ya contiene toda (o casi toda) la información, y a veces repetimos tanto las cosas que nos rayamos y deterioramos. Por desgracia muchos CD´s adultos ya no suenan con la frescura que suena el CD de un niño.
Qué bien nos vendría a muchos adultos formatear nuestro CD de nuevo y empezar a llenar de contenidos nuestra vida. Qué bien nos vendría volver a ser un CD en blanco (virgen) e ir poco a poco llenando de canciones, de experiencias, de ideas, nuestra vida.
Hasta que eso ocurra, sigámonos admirando de la capacidad de aprendizaje de los más pequeños.
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