No hace muchos días celebrábamos la
Semana Santa y contemplábamos con dolor y sufrimiento la Pasión y Muerte de
Jesús. Algunos (la mayoría) lo abandonaron y dejaron solo. Unos huyeron por
miedo, otros por cobardía, otros por traición. Pero el caso más conocido quizá
es el de Pedro que le niega tres veces y dice no conocer al Maestro.
Aquella escena de Pedro negando al
Mesías y su vinculación con él nos desorientó y desmontó la imagen que teníamos
de Pedro.
Pero hoy en el evangelio, después que
los discípulos hacen “su faena” se encuentran con el Señor resucitado y el
diálogo que se establece entre Jesús y Pedro es muy interesante, porque el
Resucitado pregunta por tres veces a Pedro si le ama. Igual que Pedro le negó
cuando Jesús fue ajusticiado y condenado, ahora dice no solo que le conoce sino
que le ama.
Ante la respuesta de Pedro, Jesús le
invita a apacentar a las ovejas. Si antes Pedro fue cobarde, ahora se demuestra
valiente. Si antes renegó de Jesús, ahora reafirma su compromiso con Él. Si
antes huía de la amistad con Cristo, ahora dice que le ama.
Todo ese diálogo en el fondo busca
hacernos descubrir la importancia y transcendencia que Pedro tuvo en las
primeras comunidades y su papel como sucesor de Cristo en la andadura de los
primeros cristianos.
Hoy también Jesús nos pregunta a cada: “¿Me amas?”
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