En la vida
estamos acostumbrados a tener fórmulas para casi todo. Si hablamos de limpieza
es fácil encontrarnos algún anuncio de la tv que nos dice cuál es la fórmula
mágica, el producto que todo lo limpia. Si hablamos de comida cada uno tiene su
receta especial para que esa comida le quede exquisita. Si hablamos de
enfermedades hay gente que tiene remedios y fórmulas caseras para sanar todas
las dolencias. Si hablamos de ropa y de cómo ir vestidos casi todo el mundo
tiene su propia fórmula para ir bacanísimo. Si hablamos de estudios todos los
estudiantes tienen su sistema o fórmula especial para estudiar y no quemarse en
los exámenes.
Pero si
hablamos de las cuestiones de Dios, ¿cuál sería la fórmula que nos ayude a
encontrarnos más cerca de Él?
He aquí que
en este domingo, las Obras Misionales Pontificias que organizan el DOMUND (Domingo
Mundial de las Misiones) nos ofrecen una fórmula para ser auténticos testigos y
misioneros del Evangelio. Nos dicen que si somos capaces de conjugar la fe en
Dios y la caridad con los hermanos estaremos misionando, dando testimonio de
Cristo en la tierra.
Pero esa
fórmula ya la ofreció Jesús cuando habló del amor a Dios y al prójimo. Ése es
el secreto de la felicidad y del triunfo en el Reino de los cielos.
Creer en Dios
y ayudar al hermano es la mejor forma de hablar de Dios. A veces nos pensamos
que la mejor predicación es aquella que utiliza bonitas y acertadas palabras,
pero aquí vemos que la mejor manera de misionar es mirando al cielo con fe y
mirando a la tierra con caridad.
Hermano y
hermana, si aún no has puesto esta fórmula en práctica, ¿a qué esperas?
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