Hola, Leoncio, te envío un mango, porque desde que estoy por Santo Domingo se me están olvidando las clases de Lengua que nos diste en Herencia, cuando teníamos tan solo 12 ó 13 años. A veces yo ya no sé cómo se llaman las cosas y me armo un poco de lío.
Te cuento un día cualquiera, para que veas:
Me levanto por la mañana, a las seis y quince, y no a las seis y cuarto, rezo en comunidad y luego voy a desayunar. Me tomo una taza de leche con cocoa que sabe como el colacao, pero se le llama de otra manera.
Después de asearme, me dispongo a salir para hacer la compra; voy a coger el carro que es igual que un coche con cuatro ruedas y motor, cinco puertas y aire acondicionado; llego a las luces de la esquina, o al semáforo, como dirías tú, y me encuentro con un joven que vende chinas, aunque yo juraría que son naranjas de las de toda la vida.
Llego al Supermercado y dejo el carro en el Parqueo. Cuando entro me dirijo a la sección de marisco, allí veo una caja llena de gambas con la cabeza cortada. Le señalo a la muchacha que me dé 1/2 kilo de esas gambas y me dice que eso no son gambas sino que son camarones. Yo, que a esas horas de la mañana no tengo ganas de discutir, le digo que lleva razón, que me ponga esos camarones descabezados. Luego voy a comprar la fruta y cojo cinco piezas de chinola, aunque a mí me parecía maracuyá. Me acuerdo que tengo que comprar un abejón, para poder cortarle el pelo al 0 a uno de los formandos. Después me detengo para ver los ordenadores portátiles a los que han bautizado con el nombre de laptops. Con cara de sorpresa, me encamino hacia las cajas para pagar. Allí empiezo a meter todas las cosas en fundas, porque bolsas no se puede decir, ya que hace referencia una cosa un poco grosera.
Al llegar a casa, veo que para comer tenemos filetes de cerdo con patatas, aunque alguien me corrige y me dice que no son patatas, sino papas. Como sigo sin ganas de discutir, me las como y punto. Después me tomo un jugo de chinas, aunque yo diría que era un zumo. Cuando termino de comer voy a vaciar el plato con los restos de comida al zafacón, que es exactamente igual a nuestro cubo de basura.
Al terminar de comer salgo de casa y me monto en una guagua, vamos, lo que viene siendo un autobús, para realizar unas diligencias, lo que en mi pueblo vienen a ser recados, tareas o labores. Allí veo que una mamá se pone guapa con su hijo, no es que fuera fea y que se había puesto guapa de repente, es que aquí ponerse guapa significa enfadarse; luego le echa un boche a su hijo pequeño, que es como echar una regañina, una bronca o una reprimenda y a continuación le da un azote en el trasero, porque culo -perdón- aquí suena fatal. Luego, al señor que se sienta a mi lado le suena el celular, aunque a mí me parecía un teléfono móvil. Al bajarme de la guagua, comienza a llover y una doña, -señora, dirías tú-, me ofrece refugiarme en su sombrilla, que es idéntica al paraguas que utiliza mi madre cuando llueve, pero que aquí le llaman así.
A las 5,30 de la tarde llego a la oficina parroquial y una señora quiere hablar conmigo porque está desesperada porque su marido le pone los cachos, dicho en cristiano: que le pone los cuernos. A las 6 de la tarde comienzo la Misa, pero a la gente no le deseo que "El Señor esté con vosotros", sino que les invito a que "El Señor esté con ustedes";
Cuando salgo de la parroquia veo que una goma del carro está pinchada. Y como podrás adivinar, Leoncio, en el fondo lo que se me ha pinchado ha sido una rueda. Termino de cambiarla y una joven de la parroquia me pide que le dé una bola hasta su casa, que, para que no pienses mal, significa que si la llevo a su casa que me pilla de paso. Ok fue mi respuesta, porque si le digo vale no me entiende y además se ríe, porque esa palabra les hace mucha gracia.
Al llegar a casa me tomo una aspirina, porque me duele un chin la cabeza. Y me dirás: ¿qué significa eso de un chin? -pues un chin es equivalente a un poco...
¿Es para volverse loco o no? -Yo creo que sí, pero es cuestión, Leoncio, de ser prudente, de escuchar a la gente y así no meter la pata, aunque te aseguro que incluso tomando esas prevenciones muchas veces te equivocas y la gente te mira extrañada.
Bueno, amigo Leoncio, después de tanto vocablo me he quedado "sin palabras". Espero que cuando nos veamos en verano me entiendas cuando te diga: "tómese usted el jugo de chinola, porque tenemos que coger la guagua, ya que tengo las gomas del carro pinchadas, y tengo un chin de prisa, para poder ir a comprar una laptop, un abejón y un celular; y si no llego a tiempo me pondré guapo".
Espero no olvidar tus clases de Lengua. Un abrazo.
Espero no olvidar tus clases de Lengua. Un abrazo.
Fdo.: El Mangante de Palabras.
Me parece que cuando vengas por Valladolid no entenderemos lo que hablas. Eso sí que es Don de Lenguas. Un abrazo.
ResponderEliminarPues ve apuntando todas y cuando vengas las juntamos con las nuestras y hacemos un diccionario. ajajja.
ResponderEliminarAsiq ve ATACANDOTE Q VAS DESCAGALAICO.
Un beso.
Aurora
jajajaja me encanta esta entrada. Con razón aquel niño pensó que eramos los españoles los que hablabamos raro! :)
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