Sabes que en varias ocasiones hemos hablado que en la casa en la que yo vivo ahora, antes era vuestra, de las Mercedarias, y que precisamente tú estuviste aquí algunos años acompañando a las jóvenes en formación.
Quería contarte una anécdota que me ocurrió el otro día y que me trajo recuerdos tuyos: estaba el Domingo a punto de salir para la Misa de la tarde de la Parroquia, y en eso llaman a la puerta, voy a abrir y me encuentro a una señora de unos sesenta años con dos niñas de unos 15 años, y me dice la abuela: "Buenas tardes, queríamos ver a las monjas". Le respondí que las monjas se habían marchado de esta casa hacía por lo menos 6 ó 7 años. Le dije si buscaba a alguna monja en especial. Me contestó que no, que solamente quería enseñarle a sus nietas cómo eran las monjas, porque nunca habían visto a ninguna. Quedé muy extrañado y sorprendido, porque nunca había tenido la sensación de que nosotros, los religiosos, pudiéramos llegar a convertirnos en piezas de museo que la gente visita, o en animales en extinción que sólo los que van al zoológico pueden conocer...
Creo, Teresa, que quizá el comportamiento de la abuela con las nietas puede responder a varias cosas: que ya no es fácil ver a frailes o monjas y por eso tienen que llamar a las puertas de los conventos para vernos; también puede ser que como no salimos todos los días en los medios de comunicación, en la tele, la radio o internet no existimos para los jóvenes; o puede que la abuela quisiera mostrarle a sus nietas un estilo de vida diferente, alternativo, rompedor...
Me quedo con esta última interpretación, porque considero que son muchos los religiosos y religiosas que están haciendo algo diferente por los demás, algo alternativo a lo que hace todo el mundo, algo rompedor con las estructuras que el mundo marca.
Con esto no digo que nuestro estilo de vida sea mejor o peor que otros, simplemente digo que me siento orgulloso de ser religioso, de ser mercedario, y pertenecer a un grupo de personas desinteresadas, solidarias, entregadas y atentas a la voluntad de Dios.
Bueno, Teresa, aquí dejasteis huella, y todavía hay gente que os busca, eso es buena señal. Nuestra misión es dejar huella, pero no una huella cualquiera, sino la de Cristo.
Un abrazo dominicano de mi parte y de parte de toda esta buena gente que tú conociste.
Fdo: Un mangante mercedario
Hola Santi. Hola Todos.
ResponderEliminarPor lo que a mi, en particular, me toca con respecto a vosotros dos (tanto Teresa como tú) y por supuesto a otros tantos religios y religiosas, que este año he podido conocer en más profundidad (Orencio, Mª Jesús, Koldo...) puedo aseguraros que realmete dejais huella... buen sabor de boca... ganas de involucrarse y de hacer cosas, de solidarizarse, de transmitir tambien esa huella de Cristo... de Dios.
Yo, modestia aparte, creo poder decir, que tambien me siento orgulloso de todos vosotros, de haberos conocido y de que me hayais transmitido esos sentimientos y esas sensaciones, que a la vez intento compartir.
Vuestra labor es muy grande...muy valiosa y puedo aseguraros que lo mejor de todo es que llega.
Es muy bonito oir a los niños y niñas decir cosas bonitas de Teresa o de todos vosotros, en general, cuando salen de la catequesis o cuando hablan de ti, como si te acabarán de ver por el pasillo.
Puede parecer todo este comentario un poco peloteo...pero es que "Asi son las cosas" y no hago más que escribirlas.
Un abrazo para Teresa, tambien de mi parte y gratitus por las cosillas que hemos compartido.
Otro grande tambien para todos los Religiosos y Religiosas Mercedarios, de los que me siento tambien, muy orgulloso de conocer y recibir.