Y es que cómo puede ser que haya tanto "matón" que vele por el silencio y el equilibrio en los alrededores del Palacio, mientras que en multitud de barrios, calles y plazas de la ciudad a muchas personas les están robando; cómo puede ser que haya 20 ó 25 policías velando por la seguridad del Presidente mientras que el tráfico de la ciudad es un caos precisamente a esas mismas horas de la mañana; como puede ser que vean como una amenaza a 10 ó 12 manifestantes que apenas hacían ruido, mientras que no vean como una amenaza ciudadana la cantidad de colmados que a altas horas de la noche ponen las bocinas a todo volumen y no dejan descansar a los vecinos.
Lo más triste de todo es que en este país se coarta la libertad de expresión y no puede decirse lo que uno piense ni denunciar las injusticias que ve. Mientras que estén los mismos chupópteros en el Palacio las cosas seguirán funcionando así. De todos modos, señor Presidente hágase una revisión piscológica porque si tiene miedo a 10 ó 12 manifestantes, lo suyo es grave, muy grave.
¡Qué ridículo! -dije en aquel momento-, y ¡qué ridículo! -vuelvo a decir ahora.
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