Hace dos años, cuando estuve viviendo unos meses en nuestro pueblo, se formó una pequeña-gran revolución en torno a la labor que los mercedarios realizamos en Santo Domingo con los niños limpiabotas y otras obras sociales y evangelizadoras que allí realizamos.
De aquel fuego que calentó y sensibilizó a un pueblo entero, aún quedan
rescoldos, que esperemos que no se conviertan en cenizas que se lleve el
viento.
Algunas personas cuando me ven por la calle me dicen: “¿cómo andan los
limpiabotas? ¿qué proyectos tenéis ahora?”. Otros me comentan sobre el Corito Chichigua: "Sois muy famosos, ¡qué lindo cantan esos niños y niñas!" Otros me dicen: "a ver si nos reunimos y nos cuentas cosas de allí". Otros me dan dinero y ofrecen sus ahorros para que los mercedarios
podamos seguir realizando esa labor de liberación allá en el Caribe especialmente con la niñez y los más desfavorecidos.
Es fácil ver algunas cajas limpiabotas en algunos establecimientos del pueblo: en la Farmacia de Mazarambroz de la Calle Grande, en la Churrería de la
Mari, en la Ermita del Santo… Es fácil ir paseando por la calle y al pasar por una casa, escuchar (y aunque les parezca fantasía me ha ocurrido) las canciones del Corito Chichigua, y a la dueña de dicha casa cantando como una loca. Algunos papás también me dicen que están algo cansados ya del Corito Chichigua porque sus hijos quieren escuchar el disco a todas horas: en la casa, en el carro, por la calle... y que se saben las canciones de memoria.
¿Es o no es un milagro que la gente de mi pueblo se sienta tan cercana a una realidad que está a más de 7.000 Kms de distancia? -Es un milagro y una bendición de Dios.
¿Es o no es un milagro que la gente de mi pueblo se sienta tan cercana a una realidad que está a más de 7.000 Kms de distancia? -Es un milagro y una bendición de Dios.
Nosotros, el que más y el que menos, hemos tenido una infancia feliz, ¿por qué los niños de Santo Domingo no pueden tenerla? De nosotros depende.
Gracias a todos los que se sensibilizan con la realidad en la que trabajamos los mercedarios en Santo Domingo. Gracias a todos los que dan sus aportaciones económicas. Gracias a todos los que tienen un corazón grande y generoso que rompe fronteras y despierta sonrisas en los más pequeños.
Que Dios les bendiga.
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