Desde luego,
Jesús a veces tiene unas cosas terribles… Este domingo en el evangelio dice que
si tu mano te hace pecar, córtatela, que si tu pie te hace caer, te lo cortes,
y que si tu ojo te lleva por el mal camino, te lo saques, porque es mejor
entrar en el Reino de los cielos cojo, manco o tuerto, que con todas las partes
del cuerpo, pero arrastrando un montón de pecados.
Yo aún no he
estado en el Reino de los cielos, pero si me pusiera a imaginar cómo es aquello
y cómo están las personas que están allí me los imagino a todos cojos, mancos y
tuertos, porque ¿quién no peca en algún momento de su vida? ¿quién no comete
errores? ¿quién no se deja llevar por la tentación?
La comparación
que utiliza Jesús es fuerte y radical, pero nosotros podemos suavizarla un poco
y explicarla de forma que no tengamos que quedarnos todos cojos, mancos y
tuertos.
Por eso
propongo algo que en el tiempo de Jesús no existía: el “RECICLADO”. Ahora está
de moda reciclar, reconvertir, reorientar y reutilizar aquello que ya no nos
sirve y botamos al zafacón.
Por eso si
tus acciones (tu mano) no son buenas, recicla buenas acciones, reutiliza tu
mano y ponla a hacer cosas positivas por los demás.
Si tus pasos
(tu pie) no van bien encaminados y te llevan por el mal camino, no te lo cortes
así sin más, reutilízalo, camina por otros senderos, busca otras metas más
beneficiosas para todos.
Si tu mirada
no es pura, si miras con recelo a los demás; si tu mirada está cargada de odio,
no te lo saques aún, recíclalo y pon tu mirada en el evangelio, lee la Palabra
de Dios, y así tu ojo estará mejor orientado.
Yo no sé
ustedes, pero a mí no me gustaría quedarme ni cojo, ni manco ni tuerto, así que
pongámonos a reciclar nuestras manos, nuestros pies y nuestros ojos dándole un
mejor uso.
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