Estamos acostumbrados a ver a Jesús predicando, curando a los
enfermos, yendo de un pueblo a otro con sus discípulos… y hoy lo contemplamos
resucitando a un muerto: su amigo Lázaro
Escuchar este evangelio en este tiempo de Cuaresma puede llamarnos
la atención, porque realmente cuando hay que hablar de vida y resurrección es
en el tiempo de Pascua. Pero este 5º Domingo de Cuaresma es un anticipo de lo
que será la celebración de la Pascua, donde a través de este relato se nos
expresa que para nacer hay que morir, que para resucitar hay que primero hay
que perder la vida.
El encuentro de Jesús con su amigo Lázaro ya muerto supuso
para Jesús un momento trágico y duro. Hasta dos veces nos dije el evangelista
que Jesús estaba llorando. Y es que eso demuestra que realmente Jesús le quería
y sentía un cariño especial por Lázaro.
Lo que hace Jesús en esta ocasión es demostrarnos que Él nos
puede dar vida, que en la oscuridad Él es luz y en la muerte Él es vida. Lo que
hace con Lázaro que es su amigo, lo hace cada día con nosotros a quien también
nos brinda su amistad.
Por eso, a nosotros se nos pide
dar vida también, ser generadores y portadores de vida e ir regalando alegría y
felicidad a nuestro alrededor.
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