Parece increíble, ¿verdad? Dos discípulos, de los que estuvieron
junto a Jesús en vida, iban caminando hacia Emaús, y se encuentran con el
Mesías, y no lo reconocen. ¿Estaban tan ciegos? ¿eran tan torpes? ¿andaban tan
despistados?...
Probablemente sí, estaban ciegos, eran torpes y estaban muy
despistados. Ellos estuvieron caminando junto a Jesús y no se enteraron hasta
el final cuando le vieron partir el pan.
Pero nosotros muchas veces también somos ciegos, torpes y
despistados, porque Jesús también camina a nuestro lado continuamente, a cada
rato, y tampoco nosotros lo reconocemos.
¿Dónde está Jesús? –Ya ustedes saben, hermanos y hermanas, pero
por si acaso, les recuerdo algunos lugares privilegiados donde podemos
descubrirle más fácilmente: en los barrios de los más pobres; en las personas que
pasan hambre; en las niñas que son obligadas a prostituirse; en los niños que
son obligados a trabajar desde pequeñitos; en los profesores que enseñan con
cariño a sus alumnos, en los sacerdotes que piensan en el bien de sus
feligreses; en las mamás que cargan con el peso de sus familias, ante la
ausencia física, emocional o económica de su pareja; en nuestras comunidades
cuando realmente vivimos comunitariamente…
Y por si acaso tienen la tentación de buscarlo donde no está,
ya les digo que es muy difícil encontrarle en el Palacio Presidencial, en los políticos
corruptos, en los sacerdotes que sólo se fijan en el oro y la riqueza de sus
templos, en los Obispos que utilizan la autoridad para su propio beneficio, o en
las empresas que destruyen la Naturaleza y contaminan nuestro mundo…
Hermano y hermana, si vas
paseando por la calle y reconoces a Jesús, paseando a tu lado, salúdalo de mi
parte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario