Queridos mangantes, hace dos años cuando tomé la decisión de venir a República Dominicana a continuar con mi vocación mercedaria en estas tierras, se lo comuniqué, como no podía ser de otra manera, en primer lugar a mi madre. Ella me dijo: "hijo, me da pena y dolor tenerte tan lejos, pero si esa es la voluntad de Dios, que se cumpla". Desde el primer día mi madre expresó su tristeza al saber que me marchaba a más de 7.000 Kms. de mi casa, pero también desde aquel primer día ella se convirtió en misionera y promotora de las tareas y misiones que los mercedarios tenemos en este rincón del Caribe. Especialmente se mostró sensible con los niños que desde la Fundación Niños Limpiabotas La Merced atendemos. Movía y removía todo y a todos para conseguir algo de dinero y dárnoslo para alimentar y educar a estos niños. Todavía hace 20 días, cuando iba a irse al Hospital, me dio un sobre con dinero y me dijo: "toma, hijo, este año con la enfermedad he podido recoger poco, pero algo es algo". Ella ya no está con nosotros físicamente, pero yo sé que desde el cielo está también ayudando a los niños limpiabotas a salir de su situación de esclavitud y miseria. Ella le está hablando al mismísimo Dios y le está dictando los nombres de los niños de nuestra Fundación.
Mario, Alberto, Sony, Chiken, Erison y todos los demás niños limpiabotas... sabed que en el cielo tenéis una mamá.
Hoy, ante la pérdida de mi madre, yo también puedo decir lo mismo que ella me dijo cuando me vine a Santo Domingo: "mamá, siento mucha pena y dolor porque te has ido lejos, mucho más lejos que yo, pero si esa es la voluntad de Dios, que se cumpla".
Ella, que no sabía nada de internet, se las arreglaba para leer todos los mangos. Cuando escribía algunas cosas críticas y duras ante el sistema político o social de República Dominicana, o incluso cuando me metía tanto con Barack Obama o el presidente de este país, me decía: "hijo mío, ten cuidado, a ver si te van a hacer algo, que lo que dices ahí es muy fuerte. Suaviza un poco, suaviza...". Ahora, mamá, quizá diga cosas más duras, porque sé que tú me proteges desde el cielo.
Mamá, te envío este Mango para ti, no sé si en el cielo se comen mangos o no, pero sé que la vida junto a Dios es dulce, muy dulce.
Descansa en paz y rodeada de mangos.