Os digo esto, Mangantes, porque hace unas semanas, con motivo del Día del DOMUND, tuve la oportunidad de pasarme por los cursos del Colegio Carrasco Alcalde de mi pueblo, Herencia, y allí contar a los más pequeños algunas cosas que, como misionero, vivo en Santo Domingo.
Los niños conocieron a Edy, a Mario, a Fidel, a José Luis, a Raúl Antonio (todos ellos niños limpiabotas de nuestra Fundación); a la hermana Pasón que a sus noventa y tantos años algunos sábados da el desayuno a los limpiabotas; también aprendieron a valorar más las pequeñas cosas y detalles de cada día: poder ir a la escuela, tener un plato de comida, poder ir al médico cuando se está enfermo, jugar y disfrutar de la vida..., cosa que muchos niños limpiabotas no pueden realizar; conocieron los animales propios del Caribe, las comidas típicas y cómo se vive en República Dominicana.
Yo iba como misionero a contarles mi experiencia y fueron ellos los que me misionaron a mí y me hablaron de Jesús a través de sus rostros, de sus gestos, de sus preguntas...
Por todo ello, quiero enviar un Mango Gigante, dulce y sabroso, para todo el colegio: los alumnos, los profes, y epecialmente a Karina, Mª Carmen y Ana, compañeras de camino, que estuvieron a mi lado y ayudaron para que el mensaje del Evangelio llegara a estos niños.
Gracias a todos por ayudarme a descubrir a Jesús y sentir que lo que los misioneros hacemos a miles de Kilómetros merece mucho la pena. Nosotros no podemos ser misioneros si desde aquí no se nos ayuda y apoya. En estos días he descubierto una vez más que los misioneros no estamos solos y que, aunque estemos muy lejos de aquí, muchas personas se sienten cercanas a nuestra labor.
Quizá muchos de los niños y niñas que me escuchaban contar historias y aventuras propias de un misionero, el día de mañana sean ellos mismos los misioneros que anuncien a Jesús en cualquier rincón de la tierra. Nunca se sabe...
Algunas fotos de los momentos vividos en el cole
No hay comentarios:
Publicar un comentario