Saludos, hermanos y hermanas, soy la
“puerta estrecha” de la que habla Jesús en el evangelio de este domingo.
Ustedes no están acostumbrados a que una puerta hable, y se extrañarán de que
en este domingo me ponga en comunicación con ustedes, pero es que llevo ya
tantos años siendo la “puerta del Reino de los cielos” que me parece importante
darles algunos consejos, porque son muchas personas las que se quedan fuera,
porque su “gordura” no les permite entrar al Reino.
Dios me ha dado permiso para decirles
algunas cosas que les pueden ser útiles para pasar a través de mí y entrar en
el Reino, que sé yo que es el deseo de todos ustedes:
- No se cansen de hacer el bien, de ayudar a los más necesitados, a los más indefensos, a los más pobres, porque ellos son los preferidos de Dios, ya lo saben.
- Practiquen siempre la justicia, y busquen que todas las personas puedan vivir dignamente.
- No anden con chismes y comentarios negativos sobre los demás.
- Traten bien a sus vecinos, no les boten basura, no les pongan la música a todo volumen…
- Sean serios y responsables en sus trabajos, cumpliendo sus horarios, respetando a los compañeros y compañeras, haciendo las cosas a tiempo.
- Acuérdense de rezar todos los días y dedicar algo de tiempo a Dios.
- Manejen el carro con prudencia y respetando las normas de tráfico.
Si realizan estas cosas y algunas más,
podrán entrar por mí, y en lugar de ser una “puerta tan estrecha” me haré un
poquito más ancha.
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