26 de octubre de 2013

Nos creemos superiores


Los fariseos en tiempos de Jesús eran aquellos que se encargaban de que todos cumplieran la Ley de Moisés y nadie se saliera de la norma establecida por Dios para el pueblo de Israel. Ellos -los fariseos- tenían fama de ser cumplidores, rectos y serios. Los publicanos eran los recaudadores de impuestos, encargados de recolectar el dinero y entregárselo a los romanos. Tenían fama de ladrones, mentirosos y traidores, por ser amigos de los romanos.
¿Existen hoy fariseos: gente que se cree perfecta y que mira por encima a los demás? –Sí, hay unos cuantos.
¿Existen hoy también publicanos: gente a la que se le pone etiquetas negativas, aunque muchas veces son falsas? –Sí, hay unos cuantos.
Sería bueno que revisáramos nuestra vida, porque quizá a veces podamos ser como el fariseo, y nos creemos superiores a los demás. Quizá en algunos momentos nosotros, como sacerdotes, religiosos o laicos creemos que solo nosotros tenemos la razón, y que los hermanos evangélicos, ateos, musulmanes o de cualquier otra religión están en el error o son pecadores…
Quizá también en nuestro trabajo si tenemos un cargo de responsabilidad tratamos de forma autoritaria e inhumana a nuestros empleados.
A veces también en casa podemos mirar por encima del hombro a nuestro esposo o esposa, a nuestro hermano o hermana, cuando nos creemos superiores en algunas cosas y consideramos que la otra persona es inútil en tal o tal cosa.
En otras ocasiones podemos creernos superiores ante algunos hermanos o hermanas de comunidad que no hacen las cosas como nosotros o que faltan mucho al grupo.
La última frase del evangelio de hoy es clarísima: “El que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido”.

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