Hace
unos días estaba hablando con una parroquiana y le estaba yo comentando que
pronto comenzaría el Adviento. Ella me dijo: “¿y qué es eso?”. El tiempo de
preparación para la Navidad –le dije yo. Y ella asombrada y absolutamente confundida
me dice: “¿pero no es Navidad ya?”.
Esto
que puede parecer una mera anécdota de una persona desorientada y con pocos
conocimientos religiosos, está más extendido de lo que podrá parecernos.
Si
salimos a las calles de nuestra ciudad y preguntamos a la gente que en qué
época del año estamos, la gran mayoría nos diría que en navidad, convencidos y
sin dudarlo.
Por
eso, ante lo que vivimos, observamos y contemplamos a nuestro alrededor, ¿qué
sentido tiene el Adviento? ¿para qué nos prepara si ya todo el mundo tiene
puesto el traje de fiesta?
Es
complicado hablar y orientar a la gente cuando los centros comerciales, las
multinacionales y los medios de comunicación están dando otro mensaje.
Aún
así, me resisto a caer y sucumbir ante ese acoso.
Por
eso, hoy quiero decirles para qué sirve el Adviento:
-
El Adviento sirve para cargar las pilas, para llenar de
esperanza a las personas que están tristes y sin rumbo en la vida.
-
El Adviento sirve para meditar, pensar y reflexionar
hacia dónde van nuestros pasos y cuál es la orientación que queremos dar a nuestra
existencia.
-
El Adviento sirve para pararnos en un cruce de caminos y
mirar hacia todos los lados para poder elegir lo que más nos conviene.
-
El Adviento sirve para “ponernos morados”; sí, morados
como la estola del sacerdote, color especial de este tiempo que nos evoca
penitencia, sacrificio, conversión.
-
El Adviento sirve para hacer un hueco a Jesús en nuestras
familias y prepararle un lugar agradable para nacer: un lugar libre de rencores
y odios, un hogar libre de malas palabras e insultos, un lugar donde reine la
paz…
Hermanos,
hermanas, ¿y ustedes qué piensan? ¿para qué sirve el Adviento?
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