¿Cuántos de
ustedes han preparado un jugo de limón? – La mayoría, me imagino. Por eso todos
sabemos que para poder tomar un jugo de limón necesitamos echarle algo de
azúcar, porque si no, se nos queda precisamente “cara de limón”.
¿Por qué les pregunto esto? –Porque en
este domingo estamos celebrando lo que en la Iglesia se ha conocido
tradicionalmente como el Domingo de la Alegría, porque ya la Navidad está cerca
y todo huele a fiesta, a felicidad y entusiasmo ante la venida del Mesías.
En la vida, ya tenemos muchos tragos
amargos, muchos tragos agrios y mucha gente que vive con cara de limón. Es
gente amargada, triste, desilusionada y aburrida que contagia a los de su
alrededor y también les amarga la vida.
Por eso, necesitamos gente que
regale azúcar, quizá con un par de cucharadas es suficiente para quitar tantas
caras de limón de nuestra sociedad. Necesitamos gente que nos anime, que nos
transmita alegría y esperanza.
Les propongo que en esta
Navidad que se acerca tengamos a mano una fundita de azúcar y repartamos un par
de cucharadas allá donde estemos. Por ejemplo: dos cucharadas a un enfermo; dos
cucharadas a un vecino violento; dos cucharadas a nuestro jefe que es
insoportable; dos cucharadas a mi hijo o a mi hija que no siempre hace las cosas
como yo quiero; dos cucharadas a mi profesor o profesora que tiene poca
paciencia conmigo…
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