En unos días vamos a estar celebrando el Nacimiento del Hijo de Dios. ¿Se
acuerdan ustedes lo que tuvieron que hacer José y María? –Huyeron de su casa de
Nazaret y fueron a buscar posada, todo el mundo les cerraba las puertas y el
Niño-Dios vino al mundo en Belén, fuera de su casa, en un lugar extraño y poco
confortable.
Jesús nació emigrante, fuera de su casa y rechazado por todos.
Parece que la historia se repite. Hace unos meses veíamos cómo a los hijos
de haitianos que ya habían nacido en nuestro país no se les reconocía la
nacionalidad, y se convertían en unos “sin tierra”, que no eran ni dominicanos
ni haitianos.
A todos nos parece que la situación en la que nació Jesús fue humillante, y
sin embargo, no todos pensamos que la situación que sufren estos “dominicanos”
hijos de haitianos es también humillante.
En este tiempo de Adviento cada domingo hemos estado completando en las celebraciones
de la Eucaristía la palabra ACOGIDA
y queríamos abrir nuestras casas, nuestros hogares y nuestra patria a aquellas
personas que se encuentran “sin tierra” y desposeídas de una identidad y
nacionalidad.
Navidad significa “nacimiento”. Que dejemos nacer un nuevo país, unas
nuevas leyes que ayuden a integrar, no a excluir, que ayuden a acoger, no a
expulsar, que ayuden a vivir, no a morir, que ayuden a crecer, no a hundir.
Si tienes clara tu nacionalidad: Feliz Navidad. Y si no tienes clara tu nacionalidad:
Feliz Navidad.
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