Mientras en nuestro país durante toda
la semana la gran preocupación ha sido si a Vakeró le recortaban el cabello al
entrar en la cárcel, en la Iglesia hemos celebrado la Semana de Oración por la
Unidad de los Cristianos, que culminaba el día 25 de enero con la festividad de
la Conversión de San Pablo.
Como eco y continuación de ese llamado
que nos hace Dios a vivir en la unidad y el entendimiento de unos con otros,
nos encontramos en este domingo con la 2ª lectura que escuchamos que es de San Pablo
a los Corintios donde les exhorta a vivir como miembros de un solo cuerpo,
donde todos los órganos se pongan en funcionamiento para buscar el bien común.
Cuando escucho decir a San Pablo diciendo
que “el ojo no puede decir a la mano: no te necesito; y la cabeza no puede
decir a los pies: no les necesito”, en seguida me pongo a pensar en nuestra
Parroquia.
Y hago la traducción: los Ministros de
la Eucaristía no pueden decirle a los que leen las lecturas en la Misa: no les
necesitamos; los Ministerios de Música no pueden decirle al Grupo de Liturgia:
no te necesitamos; la Pastoral Familiar no puede decirle a los Catequistas: no
les necesitamos; la Misión Continental no puede decirle a las Pequeñas Comunidades:
no les necesitamos… Si esto ocurriera nos encontraríamos con una Parroquia manca,
coja y ciega, donde cada uno solo piensa en su propio interés.
Estamos llamados a vivir unidos, a
ayudarnos y compartir el trabajo y las responsabilidades de la comunidad. Por
eso, cuando se percibe entendimiento y colaboración entre los grupos y las
pastorales de nuestra Parroquia, uno se siente feliz porque estamos llevando a
la práctica lo que nos dijo Jesús: “Que sean uno, Padre, como tú y yo somos uno,
para que el mundo crea”.
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