En esta semana en ámbitos eclesiales y
sociales, una noticia ha reinado por encima de las demás. Dos días antes del
comienzo de la Cuaresma, Benedicto XVI anunciaba que se retiraba, para dejar
paso a otro Papa con más fuerza corporal y espiritual que guíe los destinos de
la barca de Pedro.
Y en medio de todo el revuelo que la
noticia ha provocado, nos encontramos con un nuevo tiempo de Cuaresma que nos
invita a prepararnos para vivir la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor.
Y en este 1º Domingo vemos cómo Jesús
es llevado por el Espíritu al desierto. Después de ser bautizado, necesita
encontrarse profundamente con Dios y por eso se va a la soledad y el silencio
del desierto para encontrarse cara a cara con Él, aunque también sabemos que le
vienen las tentaciones.
Curiosamente (permítanme la
comparación) Benedicto XVI también ha sido llevado por el Espíritu a tomar la
decisión de retirarse, de alejarse de las cámaras, de los protagonismos, del
poder y de las exigencias papales para encontrarse más con Dios, desde la
intimidad, silencio y retiro de un Convento de Clausura.
Creo que el mismo Espíritu que llevó
acertadamente a Jesús al desierto, ahora, acertadamente también, lleva a
Benedicto a tomar la decisión de renunciar al cargo, para “cargarse” y llenarse
más de Dios. Demuestra ser un hombre sencillo y humilde. Y eso es de valorar en
un Papa.
No sabemos si entre los muros del
Convento de Clausura, Benedicto tendrá tentaciones, como las tuvo Jesús, pero
sí que le deseamos que su retiro le ayude a seguir creciendo espiritualmente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario