Hola, mangantes, permitidme que os cuente "Un cuento de Navidad" que va dedicado a todos los niños del mundo, pero especialmente a Javi Sánchez Paredes, el protagonista de este cuento y que me ha inspirado esta historia:
Había una vez un niño llamado Javi. Tenía 7 años y vivía en Valladolid, en un barrio de las afueras. Era un muchacho inquieto, juguetón, vivo, alegre...; sus ojos, su mirada de pillo, parecían indicar que siempre estaba haciendo trastadas; su sonrisa recordaba a Daniel el Travieso después de hacer una diablura; su cara llena de pecas hacía sospechar que estaba siempre tramando algo. Pero os voy a contar un secreto de Javi: aunque era pequeño de estatura, tenía un corazón tan grande como un balón de Fútbol.
Cada vez que se acercaban las Navidades sus papás le decían que tenía que escribir la carta a los Reyes Magos, para que, cuando vinieran de Oriente, pudieran saber qué es lo que él quería y traérselo. La verdad es que siempre funcionaba, porque más o menos todos los años le traían lo que pedía.
Y este año haría lo mismo, escribiría la carta y les pondría todas las cosas que él quería recibir.
Por eso, una tarde de diciembre que no pudo salir con los amigos a jugar a la calle porque hacía mucho frío y estaba lloviendo, se puso a escribir la carta a los Reyes Magos:
"Queridos Reyes Magos, ¿qué tal van las cosas por Oriente? -Este año he sido un poquito más bueno que el año pasado, por eso quiero pediros los siguientes regalos: Un coche teledirigido; la playstation 3; y un balón de Fútbol, porque el que me trajisteis el año pasado ya está pinchado (si puede ser con la firma de Sergio Ramos, que yo sé que le conocéis)... No me acuerdo de más cosas, creo que con eso sería suficiente. Si no podéis traer todas las cosas, al menos una de ellas, con eso me conformaría. Se despide de vosotros vuestro amigo Javi. Ah, se me olvidaba: dad recuerdos a vuestros camellos, que me caen muy bien".
A la mañana siguiente, al salir del cole, Javi fue con su mamá para echar en un buzón su carta a los Reyes Magos.
Y cuál fue la sorpresa cuando a los tres días recibió una carta dirigida a él. El sobre venía adornado con estrellas, camellos y coronas. Enseguida fue a mirar a ver quién le había dirigido esa carta tan bonita y vio que eran los Reyes Magos. La abrió con muchos nervios y comenzó a leerla:
"Querido Javier, somos Melchor, Gaspar y Baltasar: hemos recibido tu carta y hemos leído todo lo que nos has pedido. Pero nos hemos dado cuenta que son muchas cosas y tenemos que repartir con otros niños del mundo que no tienen tanto. Por eso, hemos pensado que tú mismo nos tienes que ayudar en algo: vas a viajar con nosotros a Santo Domingo y ayudarle a escribir la carta que nos va a enviar a nosotros Sergio, un niño limpiabotas que vive allí y que no puede recibir tantas cosas como tú. Él no sabe escribir, y por eso ningún año nos escribe su carta y así es muy difícil saber qué es lo que quiere. Habíamos pensado que tú escribieras lo que él te dijera y así sabríamos nosotros lo que él necesita. Si tú nos ayudas prometemos regalarte a ti otras cosas mucho más maravillosas que las que nos has pedido en tu carta. Te recogemos en el balcón de tu casa el próximo viernes a las 10:00 de la mañana. Iremos en nuestros camellos voladores. Da recuerdos a tu hermana Ana, dile que no se despiste, que aún no hemos recibido su carta. Se despiden atentamente, los Reyes Magos"
Javi se quedó un poco aluciado, pero al mismo tiempo tenía unas ganas locas de que llegara el viernes, porque conocería a los Reyes Magos en persona y viajaría en camello volador.
El viernes llegó, y a las 9:00 se levantó, se aseó y desayunó muchísimo más rápido que los días que tiene que ir al cole. Se fue enseguida para el balcón y allí esperó a que llegaran las 10:00 hs. Por fin aparecieron, venían en camellos voladores y Melchor le dijo que se montara en su camello que era más resistente. De repente empezó a volar. Iba atravesando las nubes, saludando a los pájaros, pasando por encima del mar, de las montañas... hasta que llegó a Santo Domingo y aterrizaron. Gaspar le dijo: "mientras que Melchor y Baltasar van a otras casas, tú y yo iremos a la de Sergio". Y se pusieron a caminar. Aquello era otro mundo, las calles no eran como las de Valladolid, en algunas no había asfalto y todo estaba lleno de barro y suciedad. Las casas que veía tampoco eran iguales, estaban hechas de madera y sólo tenían un par de habitaciones en toda la casa. Llegaron a la casa de Sergio y, como no había timbre, golpearon un poco la puerta. Enseguida salió un niño de unos 11 años, de piel oscura, con la nariz muy chata, con una sonrisa muy bonita, porque cada vez que reía se le veían todos sus dientes blancos y con la mirada profunda. Gaspar presentó a ambos niños y les dijo que él tenía que seguir recorriendo casas, así que hicieran la carta que luego él pasaría a recoger.
Sergio comenzó a dictar a Javi, y éste tomaba nota de todo lo que le decía:
"Queridos Reyes Magos, soy Sergio, vivo en Santo Domingo y me gano la vida limpiando zapatos en las calles de mi barrio. Este año he intentado ser mejor persona y no reñir tanto con mis hermanos. Lo he estado pensando mucho y quiero que el Día de Reyes me traigáis: un libro de matemáticas, porque me gusta mucho sumar y restar; una bici, porque tengo que ir a todos los sitios andando y me canso mucho; un plato de arroz cada día del año; una mamá nueva, la mía se marchó hace unos años y no ha vuelto; y una piruleta, que me gustan mucho. Sé que son muchas cosas, con que me regaléis una de ellas me conformo, el año que viene o al otro, o al otro, puedo ir recibiendo todo lo demás. Si véis al Niño Jesús dadle recuerdos de mi parte, decidle que le rezo todos los días y le quiero mucho. Se despide de vosotros vuestro amigo Sergio".
Javi tuvo que contenerse las lágrimas y, antes de cerrar el sobre y poner el sello, dio un abrazo a Sergio, y luego se despidió de él...
En la noche de Reyes, Sergio fue a mirar en su caja de limpiabotas a ver qué le habían traído los Magos, y encontró una piruleta junto a un papel que ponía: "De tu amigo Javi".
En la noche de Reyes, Javi fue corriendo al árbol de Navidad que había en su casa y encontró pintado en un papel un Corazón del tamaño de un balón de Fútbol en el que ponía: "De tu amigo Sergio".