A lo largo de estos 40 últimos días en nuestra parroquia se ha estado recogiendo alimento enlatado, agua y sábanas para enviarlos a Haití y ayudar a las personas que sufrieron el terremoto y sus consecuencias en aquella parte de la isla La Española.
Hoy hemos llevado el último viaje (por ahora) y ha sido una experiencia muy particular, ya que hemos recorrido la ciudad subidos en un camión, pero en la parte de atrás, junto con la carga, desprovistos de cualquier amarre o cinturón de seguridad. Entre cajas, bolsas y telas hemos ido navegando por toda la ciudad.
El conductor era de primera, aunque algún que otro bache hizo retemblar mi cadera; el vehículo, de segunda o de tercera; la empresa, de garantía; los porteadores, los mejor dotados; el destino, una buena causa...
La carga ha llegado a su destino, nosotros también; los que reciben el material contentos quedarán, nosotros descansaremos llenos de felicidad, porque hemos trasportado solidaridad y hemos vuelto a casa enteros.
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