30 de octubre de 2009

Un mango para mi amiga Malena

Hola, Malena:
¿Qué tal van las cosas por Valladolid? -Espero que todo bien.
Supongo que seguirás yendo a catequesis, al teatro y a la Eucaristía en la parroquia. Me alegra mucho saber que sigues por ahí y que todo lo que recibes en la parroquia te ayuda en tu vida.
Te escribo por una razón, y es que quiero hablarte de mi amigo Alfredo (es el que está en la foto de la derdecha), ya que él tiene algunas semejanzas contigo, y su personalidad me ha recordado mucho a ti.
Alfredo es un niño limpiabotas, que vive en Bienvenido, un barrio cercano al nuestro de Las Caobas. Él tiene 12 años, más o menos como tú; es tímido, callado y reservado, como tú; es muy intelegente y despierto, como tú; pero lo que más me ha impresionado de él ha sido que es un gran bailarín, como tú (he podido verle bailar como Michael Jackson y lo hace francamente bien). Y por eso, al conocerle, me he acordado de ti.
La diferencia está en que él tiene que trabajar desde la mañana hasta la noche limpiando zapatos por las calles para poder comer, la diferencia está en que él apenas sabe leer y escribir, la diferencia está en que él no tiene un escritorio para estudiar, la diferencia está en que su mamá huyó de su casa y nunca más ha sabido de ella, la diferencia está en que su padre no siempre puede trabajar, la diferencia está...
Y me pregunto: ¿por qué tantas diferencias? ¿qué ha hecho mal Alfredo para merecer una vida así? ¿por qué él no tiene las mismas oportunidades que tú?
Pero, gracias a Dios, esas diferencias pueden ir desapareciendo porque desde el Proyecto Niños Limpiabotas se le está ayudando a él y a otros 40 niños de ese mismo barrio, se les está pagando la escuela, la alimentación y la ropa, y se les está haciendo un seguimiento personal para que puedan ir construyendo poco a poco un futuro mejor en sus vidas.
Y eso está siendo posible gracias a Fr. Tomás y a todos los voluntarios jóvenes (Pabel, Yanna...) y no tan jóvenes (Milagros, Austria e Inés), que desde nuestra parroquia en Santo Domingo les tienden una mano.
Y eso está siendo posible gracias también a ti, sí a ti, y a tantas personas que durante el curso pasado llevasteis libros, lapiceros, cuadernos, comida y ropa a nuestras parroquias de Valladolid o Madrid y nuestros colegios de Ferrol o Sarria.
El año pasado me tocó observar todo desde ahí, desde los que envían, y ahora lo estoy viviendo desde aquí, desde los que reciben. Es un privilegio para mí, porque he podido observar, Malena, tu cara de alegría al regalar, y he podido ver la cara de alegría de Alfredo al recibir.
Hace algún tiempo había una canción en España que decía: "Los amigos de mis amigas son mis amigos". Me despido de ti, esperando que a partir de este momento Alfredo sea también tu amigo.
Sigue teniendo un corazón generoso como hasta ahora. Te aseguro que Alfredo con su mirada, con su sonrisa y con su baile te lo agradecerá.
Fdo.: Tu amigo Santi

Alfredo con otros niños limpiabotas en las clases de apoyo

29 de octubre de 2009

Un mango para mi primo Vicente

Querido Vicente:
He decidido ponerme en contacto contigo porque hay algo por aquí que me tiene algo descolocado y, lo reconozco, algo irritado. Y es que sólo tenemos corriente eléctrica algunas horas al día. Unas veces 8 horas, otras veces cuatro horas, otras dos, y yo creo que hay días en que no hay nada de nada.
Y te digo que me tiene descolocado, porque tengo que reestructurar algunas facetas de mi vida, y no puedo poner la lavadora cuando quiero, ni puedo calentar la comida en el microondas cuando quiero, ni te encuentras la bebida todo lo fría que quisieras... Aún así, nosotros somos afortunados, porque en nuestra casa tenemos un inversor, un productor de energía, que nos suministra luz cuando ésta se va, y al menos, puedo ver cuando voy por los pasillos, puedo utilizar el ordenador, ver la tele, escuchar la radio... Hay otra gente, aquí, cerca de nosotros, que no tiene ni siquiera eso; y pasas por las calles, de noche, y ves velas encendidas en las casas...
Pero, al mismo tiempo, también estoy irritado, enfadado, cabreado, porque me invaden varias preguntas: ¿a qué se dedican los políticos en este país? ¿en qué emplean el dinero de los impuestos? ¿acaso la electricidad sólo es para algunos? Me parece increíble que en pleno siglo XXI haya gente que no tenga estos recursos mínimos.
Te cuento estas cosas, porque como tú eres electricista, veas la forma de guardar algo de energía eléctrica para esta gente, meterla en cajitas y enviárnosla por SEUR. Y cada vez que instales la corriente en alguna casa de España te acuerdes que aquí, aunque tenemos cable, aunque tenemos aparatos eléctricos, aunque tenemos postes de la luz, no tenemos políticos a los que se les encienda la bombilla y solucionen el problema, ¿o es que quizá no es su problema?
Un abrazo y ahorra energía, que por aquí está cara.

28 de octubre de 2009

Un mango para los niños de la Parroquia de La Merced de Valladolid

Queridos niños y niñas de la parroquia de La Merced de Valladolid, ya sé que el día del DOMUND os acordasteis de mí y pedisteis a Dios para que me fuera bien en mi nueva misión en Santo Domingo. Os lo agradezco de todo corazón. Durante estos tres años que he estado en Valladolid hemos compartido muchos momentos de alegría, de fiesta, de música y celebración, y evidentemente eso no se olvida tan fácilmente.
Pero os tengo que contar un secreto, el día del DOMUND fue el primer día que celebré una Eucaristía en mi nueva parroquia. Y ese día tuve la oportunidad de estar también en la Misa familiar donde vienen los niños y los papás de la catequesis, igual que lo hacéis ahí en Valladolid.
... Y yo también me acordé de vosotros; ¿sabéis cuándo? -Pues, mirad: aquí, en el momento de la paz todos los niños que están en Misa tienen la costumbre de acercarse al sacerdote y darle la paz; en ese instante por mi cabeza pasaban los nombres y los rotros de Ana, Javi, Rebeca, Andrea, Sara, Isabel, Álvaro, Cinthia, Miriam, Carolina, Nerea, Santi, Elisa, Alba, Paula... y de tantos otros que en estos años en Valladolid hemos compartido la fe entorno a la parroquia. Y di gracias a Dios porque he tenido la suerte de conoceros, de ayudaros a crecer y hablaros de algo tan grande y maravilloso como es Dios.
Y os quería contar también que por aquí los niños y niñas también creen mucho en su amigo Jesús, celebran la Eucaristía con mucha alegría como vosotros, y sus padres les acompañan cada domingo para encontrarse con Dios.
Pero ha habido una cosa que me ha llamado la atención; y es que la catequesis no se da en la parroquia, sino que los niños van a las casas de las catequistas o a otras casas y allí hablan sobre Jesús y el Evangelio. Y creo que eso ayuda a descubrir que Dios está en nuestras casas, que Él viene a nosotros y que nosotros podemos abrirle las puertas.
Yo sé que cuando vosotros váis a catequesis a la parroquia también os lleváis luego a Dios a vuestra casa y lo compartís con vuestros papás, con vuestros hermanos, con vuestros amigos, y eso está muy bien. Seguid así y no os olvidéis que a parte de todos los amigos que tenéis, además hay dos amigos que nunca se olvidan de vosotros: uno aquí en Santo Domingo, que soy yo, y el más importante: Jesús, que está en el cielo y siempre cuida de vosotros.
Miles de abrazos y besos para vosotros y cuidad a vuestr@s catequistas.

A modo de cartas

He decidido que para entrar en contacto con vosotros voy a recurrir a un sistema muy antiguo, que es el de la carta. Iré enviando cartas a diferentes personas, algunas con nombres reales, con vidas reales, con situaciones reales, otras con nombres inventados, con vidas inventadas, con situaciones inventadas... pero todas ellas responderán y reflejarán algo de lo que esté (o estemos) viviendo por aquí.
Cada carta se titulará "un mango para...", porque de esa forma también os quiero hacer llegar las cosas buenas que hay por aquí.
Espero que os guste. Si alguien se da por aludido y le gusta, me alegro. Si alguien se da por aludido y no le gusta, sólo tiene que decírmelo y borro esa entrada.

22 de octubre de 2009

Como Mango...



Hoy 22 de Octubre de 2009 comienzo este blog...
El motivo es que, como muchos de ustedes saben, estoy destinado a Santo Domingo, a la parroquia Ntra. Sra. de Guadalupe en el barrio de Las Caobas. Además estaré acompañando a los jóvenes que estén en formación y quieran plantearse su futuro como mercedarios. Sin duda que ante mí se presentan muchos retos, pero sé que cuento con la ayuda, el apoyo y el ánimo de mis compañeros de comunidad, Pepe y Tomás, con la sonrisa y la acogida de toda esta gente dominicana que abre sus puertas a quien viene con el deseo de acompañarles y ayudarles a encontrar a Dios (aunque creo que todos ellos ya lo han encontrado), y, evidentemente, con la oración y el ánimo de todos los que desde España me habéis hecho llegar vuestros mejores deseos.
Por todo ello, pongo en marcha este blog que pretende ser una vía de comunicación con todos los que quieran saber de mis andanzas dominicanas y acercarles las diferentes realidades y experiencias que iré viviendo.
¿Por qué "COMO MANGO"? -Les explico: El mango es una fruta propia de estas tierras tropicales y caribeñas, que tiene un sabor fresco y dulce, así como un aroma especial que le hace diferente.
Y me fijo en el mango porque creo que refleja mucho mi situación actual y futura, mi presencia en esta tierra y nuestros proyectos por aquí:
-El mango se da con mucha facilidad (normalmente hay dos producciones al año, y a veces hasta tres o cuatro); y nosotros -los mercedarios- estamos aquí en Santo Domingo porque queremos dar el ciento por uno, queremos dar fruto y que nuestro fruto dure, como nos dice el Evangelio.
- El mango tiene un sabor dulce y fresco; y nosotros queremos dulcificar, dar frescura, vida y libertad a estas gentes, aunque estoy seguro que los que más van a recibir dulzura, frescura, vida y libertad vamos a ser nosotros por parte de la gente que nos rodea y nos quiere.
- Para comerte un mango tienes que pringarte y mancharte las manos -me decía un hermano mercedario-. Y para hacer algo en la vida hay que pringarse, hay que meterse de lleno, o como dicen los jóvenes en España hay que mojarse. Y eso quiero, eso queremos los mercedarios que estamos aquí: darnos, entregarnos, ser sal y luz... y si para eso hay que mancharse las manos, lo haremos.


Y así me siento yo, como mango... en Santo Domingo, recién aterrizado, recién llegado, recién cogido del árbol, pero con muchas cosas que contar, con mucho por descubrir y compartir con vosotros, con ustedes como dicen aquí.


Les invito a tomar un mango, o dos o tres (¡qué rico!)...