30 de enero de 2013

Si compartes lo que tienes, al final tienes lo que compartes




     Dirán ustedes que por qué ha pasado casi una semana desde el último Mango. Muy sencillo, el Mangante Supremo necesita pensar de vez en cuando para seguir ofreciendo algo interesante y con jugo.
     Y aquí estamos...
     En estos días escuché que las personas debemos compartir lo que tenemos: lo bueno y lo malo. Y de esa manera vamos creciendo, aportando algo a la humanidad y madurando como personas. Pero yo le he dado la vuelta a la frase y creo que "Si compartes lo que tienes, al final tienes también lo que compartes".
     Hace unos años cuando yo me planteé venir a Santo Domingo, una de las cosas que más me frenaban era el hecho de que tenía que reducir "mi equipaje humano" y echar todas mis pertenencias en dos maletas. De algunas cosas me costó mucho desprenderme, de otras no tanto. Algunas cosas tenía muy claras que debían venir conmigo y otras tenía serias dudas.
     Hubo dos cosas en aquel momento que, aunque ocupaban bastante, tenía muy claro que deberían estar siempre conmigo: mis instrumentos musicales (saxofón, clarinete y flauta) y un álbum de fotos para tener presentes a mis seres queridos: familiares y amigos.
     Pensé que mis instrumentos tenían que ir conmigo porque siempre, desde los 5 años que aprendí música con mi padre, nunca me habían faltado. Además pensaba que la música era una manera fantástica de hablar de Dios. Después de unos años aquí compartiendo la música y la fe con la gente de nuestra parroquia, especialmente el Corito Chichigua y el Grupo 5,13, he visto que se cumple lo de la frase: "si compartes lo que tienes, al final tienes lo que compartes".
     Y el álbum de fotos, que me traje a Santo Domingo, hoy tiene muchas más fotos, muchos más rostros y más historias que contar... Por eso, se cumple también la frase: "si compartes lo que tienes, al final tienes lo que compartes".
     Esa es mi experiencia, quizá la tuya también, Mangante, así que puedes compartirla y de esa manera recibirás mucho más...

24 de enero de 2013

¿Queremos una Parroquia manca, coja y ciega?



Mientras en nuestro país durante toda la semana la gran preocupación ha sido si a Vakeró le recortaban el cabello al entrar en la cárcel, en la Iglesia hemos celebrado la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, que culminaba el día 25 de enero con la festividad de la Conversión de San Pablo.
Como eco y continuación de ese llamado que nos hace Dios a vivir en la unidad y el entendimiento de unos con otros, nos encontramos en este domingo con la 2ª lectura que escuchamos que es de San Pablo a los Corintios donde les exhorta a vivir como miembros de un solo cuerpo, donde todos los órganos se pongan en funcionamiento para buscar el bien común.
Cuando escucho decir a San Pablo diciendo que “el ojo no puede decir a la mano: no te necesito; y la cabeza no puede decir a los pies: no les necesito”, en seguida me pongo a pensar en nuestra Parroquia.
Y hago la traducción: los Ministros de la Eucaristía no pueden decirle a los que leen las lecturas en la Misa: no les necesitamos; los Ministerios de Música no pueden decirle al Grupo de Liturgia: no te necesitamos; la Pastoral Familiar no puede decirle a los Catequistas: no les necesitamos; la Misión Continental no puede decirle a las Pequeñas Comunidades: no les necesitamos… Si esto ocurriera nos encontraríamos con una Parroquia manca, coja y ciega, donde cada uno solo piensa en su propio interés.
Estamos llamados a vivir unidos, a ayudarnos y compartir el trabajo y las responsabilidades de la comunidad. Por eso, cuando se percibe entendimiento y colaboración entre los grupos y las pastorales de nuestra Parroquia, uno se siente feliz porque estamos llevando a la práctica lo que nos dijo Jesús: “Que sean uno, Padre, como tú y yo somos uno, para que el mundo crea”.

20 de enero de 2013

Virgen de la Altagracia



     Mangantes, hoy es día de fiesta en República Dominicana. Los creyentes y los no creyentes descansan para venerar a María, la madre de Jesús, bajo la advocación de la Altagracia. Creyentes y algún supersticioso que otro viajan a Higüey a pedirle a la "Tatica" (como cariñosamente se le conoce a la Virgen de la Altagracia) que interceda ante Dios para que Él les conceda todos sus deseos.
     En este día mi reflexión quiere ir dedicada al pueblo dominicano, y, jugando con el doble sentido de la palabra, diré que hay cosas que me producen "mucha gracia" (risa) y que "mucha gracia" (don, regalo) necesitamos recibir del cielo para arreglar eso.
     Comienzo...
     Me produce mucha gracia escuchar a los señores políticos justificando el paquetazo fiscal, como solución al desfalco y abuso financiero que ellos han realizado previamente. Y al mismo tiempo veo que necesitamos que la gracia de Dios a través de María venga sobre esas personas que están ahí dirigiendo nuestro país para que piensen en todos y no solo en ellos.
     Me produce mucha gracia ver que hay un plan de Alfabetización en el país, mientras el 4% del PIB no se destina a Educación. Y al mismo tiempo veo que los estudiantes de este país necesitan un soplo de gracia para poder desarrollar sus capacidades intelectuales y ser competentes el día de mañana.
     Me produce tanta gracia (y pena al mismo tiempo) ver cómo algunos policías, que son encargados de velar por la seguridad ciudadana, están mezclados y compinchados con bandas de narcotraficantes. Y al mismo tiempo pido a Dios que envíe su gracia, a través de la Virgen, a todas las familias que sufren porque alguno de sus hijos han caído en las redes de la droga.
      Me produce tanta gracia ver que los que nos llamamos cristianos y seguimos al mismo Cristo, parece que vivimos peleados, enfrentados y divididos buscando a ver quién lleva la razón. Evangélicos, Ortodoxos, Anglicanos, Baptistas, Testigos de Jehová, Mormones... todos seguimos a Jesús. Y al mismo tiempo pido a Dios que nos envíe su gracia para descubrir que son muchas más cosas las que nos unen que las que nos separan, que no ganamos nada enfrentándonos.
     Me produce tanta gracia ver cómo los sacerdotes y la Iglesia predicamos la pobreza y luego no nos falta el celular último modelo, la tablet último modelo, y el carro con mejores prestaciones del mercado. Y al mismo tiempo pido a Dios que nos envíe su gracia para que prediquemos con el ejemplo y veamos lo que es realmente importante en esta vida.
     Me produce tanta gracia (y pena) ver que hay muchas madres o padres que se marchan del país para buscar una vida mejor para sus hijos y asegurarles el pan de cada día y se olvidan de educarles, dejando esa responsabilidad a los abuelos, a los tíos u otros familiares. Y al mismo tiempo pido al Señor que, a través de María, envíe su gracia para iluminar a esos padres y ver qué es lo mejor para sus familias.
     Ojalá y estas cosas que a mí, al menos, me producen gracia porque son situaciones extrañas y chocantes, nos ayuden a cambiar nuestro país y vivir en la Gracia de Dios.
     Que María les proteja en este día.

18 de enero de 2013

¿Nos falta el vino?



El Evangelio de este domingo nos ofrece el relato de las Bodas de Caná donde Jesús convierte el agua en vino. Ese signo del Maestro significa que Él nos ofrece algo nuevo y mejor que lo que hasta entonces habían conocido los judíos. El mensaje de Jesús fue una auténtica novedad en su época, y sigue siendo una verdadera novedad en nuestra época.
En aquella boda les faltó el vino, pero si analizamos nuestra vida cristiana actual, quizá a nosotros también nos falta en muchas ocasiones el vino.
Nos falta el vino cuando vivimos encorsetados, amarrados a las estructuras mentales rígidas y nos dejamos llevar por frases como “aquí siempre se hizo así” o “eso mejor no tocarlo”.
Nos falta el vino cuando la Iglesia no denuncia las injusticias que descubre a su alrededor y vive indiferente ante situaciones de pobreza y marginalidad.
Nos falta el vino cuando no preparamos las celebraciones sacramentales con ilusión, con alegría y asistimos a la Eucaristía “por cumplir”. Cuando no nos renovamos en los cantos, cuando los sacerdotes celebramos sin vida y de forma mecánica, o realizamos la liturgia siempre igual.
Nos falta el vino cuando se piden voluntarios para alguna tarea en la comunidad y nadie está disponible, o como mucho están disponibles los mismos de siempre.
Nos falta el vino cuando en la familia no compartimos nuestra fe y no dejamos un espacio a la Palabra de Dios.
Hermano, hermana, después de leer todo esto, ¿crees que a ti te falta el vino?

15 de enero de 2013

Mango y Manguilla: ¿quién fue creado antes el hombre o la mujer?

Manguilla: Hola, Mango, quería preguntarte algo: ¿quién fue creado antes el hombre o la mujer?
Mango: Oh, Manguilla, hoy me lo pusiste difícil, pero en el fondo es muy fácil. Ambos fueron creados al mismo tiempo. En el Génesis, se dice que la mujer fue creada de una costilla del hombre, pero debemos saber que eso es un relato que, inspirado por Dios, fue escrito por personas influenciadas por la cultura de su época. Cuando se elaboró el relato, las mujeres no sabían escribir, y tan solo los hombres podían manejar la pluma y el pergamino. Quien lo escribió puso primero al hombre, porque con toda probabilidad era un hombre, y en aquella sociedad no estaba bien visto que la mujer fuera más importante que el hombre. Así de sencillo, Manguilla.
Manguilla: ¿Y qué pasa, Mango, es que tú estuviste allí cuando se escribió el Génesis?
Mango: Jajajajaja... No, Manguilla, pero he leído muchas cosas sobre la Biblia y por eso conozco todo eso. Así que te aconsejo que tú también leas y estudies un poco sobre la Biblia, te vendrá bien.


11 de enero de 2013

Ahora empieza lo bueno



Ha terminado la Navidad, se acabaron las fiestas, las celebraciones, los regalos… Y vuelve la normalidad, el día a día, los quehaceres cotidianos que a veces nos aburren tanto.
Pero ahora empieza lo bueno. Sí, sí… La vida pública de Jesús comienza en el Bautismo, Él es instituido por el Padre y el Espíritu Santo para anunciar la Buena Noticia del Evangelio. Por eso que ahora comienza lo bueno, lo interesante de la vida del cristiano.
Del mismo modo, cuando nacemos en nuestras casas hay fiesta, alegría, felicidad…, pero lo realmente interesante y bueno comienza cuando ya somos bautizados y damos nuestros primeros pasos en la fe.
Nosotros como Jesús somos bautizados con fuego y con Espíritu Santo. Por eso la llama que se enciende en el día de nuestro bautismo no debe apagarse nunca y debemos vivir siempre con la misma ilusión del primer día, con las mismas fuerzas del primer día y con el mismo Espíritu del primer día.
A veces desfallecemos, nos cansamos, nos desesperamos y cansamos, por eso es bueno renovar periódicamente nuestro Bautismo y reactivar nuestro compromiso de fe.
En este día, tú que dices ser cristiano, tómate un tiempo para renovar tu fe y retomar tu compromiso con Dios.

8 de enero de 2013

Un vídeo de paz

     Este tiempo de Navidad que ya se está acabando es un tiempo propicio para fomentar la paz y la concordia entre los pueblos. Vean, Mangantes, este vídeo que a través de una canción quiere unir a todos los pueblos de la tierra. Bonito, bonito, de verdad:

5 de enero de 2013

Los Camellos




     Hola, Mangantes, somos los camellos que llevaron a Melchor, Gaspar y Baltasar hasta el portal de Belén. Nuestro trabajo en aquellos días nunca fue reconocido. Todo el protagonismo se lo llevaron los Reyes Magos, pero ellos nunca hubiesen llegado si nosotros no les hubiésemos llevado durante meses y meses, recorriendo desiertos, atravesando ríos, y subiendo montañas.
     Pero la vida está así escrita, unos llevan la fama y otros cardan la lana. De todos modos aquel trabajo lo hicimos porque sabíamos que el destino era bueno, y al Niño que iban a visitar era el Mesías.
     Además deben saber otra cosa: los que realmente convencieron a los Reyes que no dijeran a Herodes dónde moraba el Niño-Dios y sus padres fuimos nosotros. Los Reyes Magos estaban demasiado inspirados en las estrellas del cielo y no se enteraban demasiado de las cuestiones mundanas. Herodes era un egoísta y un mentiroso, eso se veía a leguas, y nosotros hemos recorrido muchas leguas y tenemos demasiada experiencia para no detectarlo.
     Lo más interesante de nuestra historia es que gracias a aquel viaje, ahora todos los años recorremos el mundo entero, repartiendo juguetes a todos los buenos niños de la tierra. Algunas veces los Reyes no pueden llegar a todas las casas, porque ¡imagínate cuántos niños hay en el mundo!... y  nos envían a nosotros para darles los regalos a algunos niños.
     ¿Ustedes, Mangantes, han visto sonreír alguna vez a algún camello? Deben reconocer que somos los animales que tenemos la sonrisa más amplia y cuando estamos alegres se nos ven todos los dientes de la boca (y eso que tenemos muchos y muy grandes). ¿Y saben por qué sonreímos tanto y tan bien? Muy fácil, porque Dios nos entrena durante todo el año para que sonriamos a los niños a los que llevamos regalos. Y, claro, de tanto entrenamiento, luego tenemos sonrisa para todo el año.
     Bueno, Mangantes, si alguna vez se encuentran con nosotros, los camellos, esperamos que nos devuelvan la sonrisa que nosotros les regalaremos. Y recuerden sonreír no solo en Navidad, sino todo el año.

4 de enero de 2013

Reyes magos


     Hola, amigos y amigas, soy Melchor. El rey que llevó oro al Niño-Dios. Y debo reconocerles soy un poco ladrón. Lo siento, pero tuve que hacerlo. El oro que le llevé al Niño se lo robé a todas las personas ricas que me encontré en el camino, porque veía que con su riqueza abusaban de los demás. Y decidí quitárselo a ellos y llevárselo a Jesús para que Él lo administrara mejor y los más pobres pudieran al menos tener algo más de lo que tienen. Sé que no está bien robar a la gente, pero lo hice porque me indigna ver que tantos niños se mueran de hambre en este mundo. ¿Ustedes no harían lo mismo?
     Hola, amigos y amigas, soy Gaspar. El rey que llevó incienso al Niño-Dios. Y debo reconocerles que el incienso que le llevé a Jesús no era mío. Varias personas por el camino me fueron dando plantas para que se las diera al Mesías. Todos me decían que les hiciera saber que realmente había entregado sus plantitas a Jesús. Entonces decidí hacer incienso con todas ellas y así cuando llegara al portal podría quemarlo. El humo de aquel incienso se extendió y propagó llenando de su aroma aquellos hogares generosos que me habían dado las plantas para el Mesías. ¿Ustedes no hubiesen hecho lo mismo?
     Hola, amigos y amigas, soy Baltasar. El rey que llevó mirra al Niño-Dios. Aquella mirra me la regaló una señorita en un supermercado. Ella decía que aquello tenía propiedades curativas. Decidí llevársela al Mesías para que Él fuera quien distribuyera aquella mirra entre los enfermos y sufrientes. ¿Ustedes no hubiesen hecho lo mismo?
     Mangante, si tuvieras en tus manos oro, incienso y mirra, ¿qué harías?

2 de enero de 2013

Los pastores

     
     Hola, Mangantes, somos los pastores de Belén, aquellos que escucharon la Noticia del Nacimiento del Hijo de Dios y que rápidamente fuimos al portal a ver a aquel niño especial.
     Pocas veces nos separamos de nuestras ovejas, pero aquella ocasión fue diferente. El pueblo de Israel estaba esperando un Mesías, un Salvador, y los ángeles nos revelaron a nosotros el nacimiento de ese Mesías. ¿Era para dejar las ovejas o no?
     Allí nos presentamos en el pesebre: un poco sucios, con las ropas de trabajar, oliendo a campo, a oveja y a queso. Pero nos daba igual. Sabíamos que a maría y a José no les importaba demasiado, al fin y al cabo ellos vivían también en una aldea y conocían esos olores.
     Después de saludar a los padres, nos fijamos en el Niño, y hay que reconocer que tenía algo especial. Daba la sensación que entendía todo lo que le decías, sonreía todo el tiempo y nos cogía con su manita nuestros dedos.
     Nuestra reacción natural fue la de ponernos a cantar y a bailar, porque era tanta la alegría que sentíamos dentro que necesitábamos expresarla. Uno cogió una piedras que había por allí y comenzó a marcar el ritmo, otro se arrancó con las palmas, otro silbaba, el otro tomó unos palos del pesebre y los golpeaba... y todos a coro entonábamos villancicos y cantos propios de Navidad. Bueno, debemos reconocer que nosotros fuimos quienes inventamos los villancicos.
     La fiesta duró hasta muy tarde, se hacía de noche y nos despedimos de José, María y el Niño. Por el camino de vuelta a casa seguíamos cantando y bailando al compás de la música. La gente que se cruzaba con nosotros nos miraba extrañada, se pensaban que habíamos bebido mucho vino, pero no era eso lo que nos pasaba. Era el Hijo de Dios que nos había tocado el corazón y nos hacía estar así de alegres. A todos los que nos encontrábamos les contábamos lo que habíamos visto en aquel pesebre de Belén. Algunos se lo creían y otros no; pero nos daba igual, nadie podía robarnos nuestra ilusión al haber conocido a Jesús.
     Después de unos cuantos años, supimos que aquel niño (que ya no era tan niño) andaba predicando a la gente y que les contaba parábolas y les ponía comparaciones. Algunas de ellas hacían referencia a nuestro oficio de pastores: El buen Pastor, la oveja perdida... El caso es que esas mismas historias nosotros se las contamos a María y a José en Belén. ¿Será que ellos luego se lo contaron a su hijo? ¿Será que Él que era muy despierto las escuchó ya tan chiquitico? ¡Qué más da! Lo importante es que dejamos una huella en el mismo Hijo de Dios... ¡qué privilegio!