4 de enero de 2013

Reyes magos


     Hola, amigos y amigas, soy Melchor. El rey que llevó oro al Niño-Dios. Y debo reconocerles soy un poco ladrón. Lo siento, pero tuve que hacerlo. El oro que le llevé al Niño se lo robé a todas las personas ricas que me encontré en el camino, porque veía que con su riqueza abusaban de los demás. Y decidí quitárselo a ellos y llevárselo a Jesús para que Él lo administrara mejor y los más pobres pudieran al menos tener algo más de lo que tienen. Sé que no está bien robar a la gente, pero lo hice porque me indigna ver que tantos niños se mueran de hambre en este mundo. ¿Ustedes no harían lo mismo?
     Hola, amigos y amigas, soy Gaspar. El rey que llevó incienso al Niño-Dios. Y debo reconocerles que el incienso que le llevé a Jesús no era mío. Varias personas por el camino me fueron dando plantas para que se las diera al Mesías. Todos me decían que les hiciera saber que realmente había entregado sus plantitas a Jesús. Entonces decidí hacer incienso con todas ellas y así cuando llegara al portal podría quemarlo. El humo de aquel incienso se extendió y propagó llenando de su aroma aquellos hogares generosos que me habían dado las plantas para el Mesías. ¿Ustedes no hubiesen hecho lo mismo?
     Hola, amigos y amigas, soy Baltasar. El rey que llevó mirra al Niño-Dios. Aquella mirra me la regaló una señorita en un supermercado. Ella decía que aquello tenía propiedades curativas. Decidí llevársela al Mesías para que Él fuera quien distribuyera aquella mirra entre los enfermos y sufrientes. ¿Ustedes no hubiesen hecho lo mismo?
     Mangante, si tuvieras en tus manos oro, incienso y mirra, ¿qué harías?

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