30 de diciembre de 2009

Un mango con 35 velitas para mi amigo Epi

Hola, amigo Epi, sé que hoy es un día muy especial para ti, porque tendrás que soplar 35 velitas, pero no quiero que las soples encima de una tarta, sino colocadas sobre este mango rico y sabroso que quiero que saborees.
Te lo mando, porque sé que tú tienes un arte especial para los jóvenes, adoras tu profesión educativa y, como profe de Religión, y persona de fe, podrás llegar a entender las cosas que te voy a contar, y quizá hasta te dé cierta envidia (sana, claro).

Hace unas semanas, a mi hermano Tomás y a mí nos pidieron dar un Retiro de Adviento a los jóvenes de 14 a 18 años en un Centro de Enseñanza Secundaria (Politécnico, dicen aquí) para que reflexionaran sobre la Navidad y pudieran tener una convivencia de carácter religioso que les ayudara a profundizar en su fe. Y ayudados por dos jóvenes de la Pastoral Juvenil de nuestra Parroquia: Yanna y Pabel, la dimos.
Supongo que esto no te sorprende, porque me podrías decir: eso mismo lo hacemos por aquí, más o menos. Pero la sorpresa no reside ahí, sino en el hecho de que este Centro de Enseñanza es Público, dependiente del Gobierno. ¿Te imaginas en el Instituto de tu pueblo y el mío un Retiro de Adviento? -poco menos que nos dirían que estábamos comiendo el coco y lavando el cerebro a los chavales. Pero si hasta aquí es sorprendente, más lo es si te cuento que los mismos profesores recibieron antes ese mismo Retiro.
Y podrías preguntarme: ¿y todos los chavales participaron? -Sí. ¿Y todos hablaban de Dios? -Sí. ¿Y respetaban las ideas cristianas? -Sí. ¿Y los ateos no se burlaban y reían de los que no creían? -No.
Si te soy sincero, me parecía estar en otra Galaxia, en otro Planeta.
En la Convivencia los jóvenes hablaban de su vida, de su experiencia de fe, de su relación con Dios... y me dieron auténticas lecciones de vida... y de fe.
Y al final del Retiro vivimos una experiencia totalmente ecuménica, ya que los hermanos protestantes: Evangélicos, Testigos de Jehová, Mormones... participaron en la Eucaristía y, aunque no comulgaron, sí que rezamos juntos, compartimos la fe y alabamos a Dios. Todos participaban y cantaban. Para mí fue una experiencia nueva, y te aseguro que muy gratificante y enriquecedora.
Puede parecer que estoy elevando a los jóvenes de aquí y despreciando a los de allí. No es esa mi intención, amigo Epi; yo sé que ahí hay muchos jóvenes que, a pesar de que el ambiente sea adverso, viven su fe y creen en Dios con coherencia (he estado con ellos y entre ellos durante unos cuantos años); y sé, también, que sois muchos los que os entregáis y regaláis día a día los valores del Evangelio a los muchachos. Pero sí que te digo que aquí son más receptivos y llenan más su vida de Dios.
¿Quizá a los jóvenes de ahí no les cabe Dios porque tienen llenos los bolsillos de otras cosas? ¿Quizá a los jóvenes de aquí sí les cabe Dios porque tienen los bolsillos más vacíos? -No lo sé, puede ser.
Bueno, amigo, espero que el mango te haya aprovechado y lo digieras bien. Ánimo en tu labor educativa, sé que lo haces con cariño y por vocación. Yo desde aquí intentaré investigar y preguntarle a los jóvenes dónde está el secreto para que hablen de Dios sin miedo ni vergüenza y estén orgullosos de su fe. Te prometo contarte ese secreto cuando lo sepa.
Da recuerdos a Elena, a Samuel y a Jesús. Este mango es un poco también de ellos, porque también son parte de ti.
Fdo.: Milio

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