13 de febrero de 2010

Otro Mango para mi amiga Malena

Hola, Malena, ¿cómo estás? -Espero que bien, disfrutando de los carnavales de Valladolid. Seguro que te has disfrazado como todos los años con la gente de tu clase y habéis ido así al Miguel Delibes. Me hubiese gustado verte, pero en otra ocasión será.
Te vuelvo a enviar un mango porque quería contarte cosas nuevas sobre tu amigo Alfredo, el niño limpiabotas del que te he hablado en alguna ocasión.
Uno de los días en que se reúnen en la parroquia los limpiabotas, Alfredo estaba muy alterado, nervioso e inquieto, y empezó a pintar por las mesas con pintura, a tirar cosas, etc... y me quedé muy sorprendido de la cantidad de violencia que tenía acumulada en su interior y el odio que sacaba de dentro. Entre varios voluntartios consiguieron tranquilizarlo y calmarlo. Poco a poco fue respondiendo positivamente y haciendo caso a lo que le decían.
Cuando pasó un rato, me acerqué a él y empezamos a hablar. Yo le fui preguntando algunas cosas de su vida, y él me fue respondiendo.
Me dijo que más o menos ganaba entre 50 y 100 pesos al día (1-2 euros) desde la mañana a la noche (desde las 7:00 a.m. hasta las 7:00 p.m.). Va andando a todos los sitios y recorre kilómetros y kilómetros para sacar unos chavos. Su papá no trabaja y lo que él lleva es casi el único sueldo que entra en casa. Los días que va a clase por la mañana tiene luego que trabajar por la tarde; así que cuándo hace las tareas o deberes del colegio, si cuando llega a casa es de noche y no tienen luz eléctrica. Para Alfredo no existen los fines de semana, ni los domingos para descansar...
Después que él me contó todo aquello, pensé: ahora me explico la rabia, el odio y la violencia que él lleva acumulada, porque le están robando su niñez.
¿Tú te imaginas, Malena, llevando esa vida? ¿tú crees que te quedaría tiempo para hacer los deberes? ¿piensas que te quedaría humor y ganas para jugar con tus amigas? -Difícil, ¿verdad?
Pues nada, Malena, sólo quería ayudarte a que vieras todas las cosas buenas que tienes y que, por desgracia y por las injusticias del mundo, no todos los niños pueden tenerlas.
Ya puedes presumir que eres la primera en recibir un segundo mango.
Un beso y sigue disfrutando del carnaval.
Fdo.: El mangante supremo

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