21 de mayo de 2011

Un Mango para María y Ángel

     Hola, María y Ángel. A esta hora, seguramente estéis ya en la Iglesia, preparados y dispuestos a vivir vuestra boda con algún nervio que otro, pero sobre todo, con mucha alegría. Sé que ahí tendréis presentes a todos vuestros familiares y amigos, y sobre todo a Dios.
     Lo primero que me sale es felicitaros y acompañaros en la distancia en este día. Pero, al mismo tiempo, quisiera contaros la diferencia que hay a la hora de celebrar los matrimonio aquí, en República Dominicana, y ahí, en España.
     Lo primero contaros que en nuestra parroquia tenemos muy pocas bodas, quizá 2 ó 3 al año, ¿y eso por qué? -Muy sencillo, la gente respeta mucho las cosas de Dios y prefiere no casarse por la Iglesia al principio, sino hacerlo por lo civil. Cuando pasan unos años y ven que la relación es duradera y que su matrimonio va para adelante, deciden casarse por la Iglesia y recibir el Sacramento. Con esto no os digo que vosotros hagáis lo mismo, claro está. Pero es curioso ver que, a diferencia de muchas personas en España, aquí la gente no juega con el Sacramento ni se casa por la Iglesia porque así se luce mejor el traje de la novia, ni porque las fotos quedan más bonitas, o porque la tradición así lo dice... La consecuencia es que la mayoría de las bodas que tenemos sea de personas mayores: de 50 o 60 años que, con sus hijos ya mayores, vienen a recibir el Sacramento.
     A diferencia de España, aquí las bodas no suponen un gasto excesivo para las familias, porque normalmente se celebra en la intimidad, con los más allegados; a veces la novia o el novio alquila el traje o se pone el de su madre o su padre, el de su hermana o hermano, o uno prestado; no se hacen grandes invitaciones...
     Y hay algo que llama poderosamente la atención, aunque no debería llamarnos tanto la atención: Dios está presente en la fiesta familiar, no porque Dios insista en estar, que siempre lo está, sino porque la familia, y especialmente los novios, le hacen un hueco en esa historia de amor que comienzan.
     Yo sé que vosotros vais a tener presente a Dios en este día y todos los demás días de vuestra vida... Así será. Muchas felicidades...

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