18 de junio de 2011

La Trinidad, ¿un misterio?




             ¿Es la Trinidad un misterio? –Sin ninguna duda. Es algo que se nos escapa de las manos, que no llegamos a comprender del todo. Pero Dios nos da algunas pistas para poder entenderlo:

·        Comunicación: La Trinidad, el Padre, el Hijo y el Espíritu viven una relación de comunicación. Lo que conoce el Padre lo sabe el Hijo, lo que sabe el Hijo se lo cuenta al Espíritu (todo eso lo encontramos explicado de forma magistral en el evangelio de Juan). Para ellos no hay secretos, entre ellos no hay secretos, hay confianza... Vivimos en un mundo donde a pesar de todas las formas que tenemos para comunicarnos, hay mucha gente que vive aislada, sola, triste. Algunos jóvenes están horas en el facebook, o en twiter, y luego no dan los buenos días a su papá, a su mamá, a su hermano. Muchas personas en el trabajo establecen relaciones internacionales a través de internet y no ven el problema que tiene su compañero/a de trabajo…

·        Unión: la Trinidad destaca por vivir en unión, no en uniformidad. El Padre es diferente del Hijo y del Espíritu Santo, el Hijo no es igual que el padre o el E. Santo… pero viven unidos, hay relación de unión. Nosotros, cada uno somos diferentes, diversos, y en eso está nuestra riqueza, pero a veces vivimos separados, peleados, enfrentados, distanciados. En la diversidad está la riqueza. En la Iglesia hay muchos dones, muchos carismas, pero debemos vivirlos en la unidad y el enriquecimiento de unos con otros…

·        Misión: Cada una de las personas de la Trinidad tiene una misión diferente: el Padre es amor, misericordia y perdón para la humanidad. Acompañó al pueblo de Israel hasta la Tierra Prometida. El Hijo tiene la misión de ser el Mesías, el Salvador. Se hizo carne, persona, ser humano para regalarnos la salvación. El Espíritu tiene la misión de acompañar a la Iglesia, a la nueva comunidad de fe que sigue el mensaje del Evangelio. También nosotros, cada uno tenemos una misión que cumplir en la tierra. Somos llamados por Dios a realizar una tarea en nuestra comunidad, en nuestro barrio, en nuestra familia. Es tiempo de poner manos a la obra…

·        Acompañamiento: El Padre acompaña a la humanidad desde la Creación, está con el Pueblo de Israel, ilumina a los profetas, a los reyes, a los sacerdotes… El Hijo acompaña a sus discípulos y a los que se acercan a escucharle, les aconseja, les escucha, les orienta, les cura… El Espíritu acompaña a su Iglesia y nos marca el camino que lleva a Dios. Nosotros podemos acompañar también a otras personas que nos necesitan, socorrer a los que nos solicitan ayuda, animar al que anda triste.

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