17 de julio de 2011

Con sandalias, no

     A veces las cosas en este país resultan indignantes y ridículas. Les cuento lo que me ha pasado...
     Hace unos días fui con Pabel a Tráfico como ya saben a pagar una multa. Después de esperar allí un buen rato, por fin nos mandan entrar a depositar el dinero de la infracción. El militar que estaba encargado de darnos el pase, nos dice que no podemos entrar, porque vamos en sandalias. Intentamos convencerle de buena manera que eso no es motivo para no dejarnos entrar, y él que no, que no y que no. Viendo que el individuo uniformado no nos dejaba entrar, le miré con cara de pena y desafío al mismo tiempo y le dije: "tengo una enfermedad en los pies y no puedo llevar zapato cerrado, o me deja entrar o vienen ustedes a cobrar la multa a mi casa". Ante tal argumento, el joven militar nos dijo: "está bien, pero sólo entra usted".
     Es ridículo y grotesco que no te dejen entrar en sandalias a un lugar donde el suelo estaba sucio, las paredes llevaban varios lustros sin pintar y la última vez que los de la limpieza habían entrado en el baño fue en los tiempos de Trujillo (o de Franco para los que viven en España).
     Yo no sé si aquel militar estaba cumpliendo órdenes o simplemente quiso tocarnos las narices porque le caímos mal. Si estaba cumpliendo órdenes de sus superiores, deberían poner algún cartel que indicara esa norma, o quizá cuando te ponen la multa los AMET tendrían que indicar cuál es el traje apropiado para el pago de multas. Si nos quiso tocar las narices, sólo le digo a aquel joven que yo también podría decirle a él que las botas de cuero altas y gruesas que lleva son para estar en el monte o haciendo un desfile, y no para estar en una oficina del Gobierno. Así que el primero que no iba con dignidad era él.
     Es cómico ver que en un país donde no funcionan los semáforos, donde no está bien organizada la recogida de basuras y por eso se inundan las calles cada vez que caen dos gotas, donde dejan que los motoristas circulen sin casco, donde las instalaciones públicas del Gobierno están sucias y abandonadas, luego a mí no me dejen pagar una multa porque voy en sandalias.
     Ver para creer...
     (Querido militar, para la próxima vez que tenga que ir a pagar una multa -espero que nunca más- ya iré con la enfermedad de mis pies curada).

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