7 de septiembre de 2011

Dos Mangos para mi amigo el motorista


 
     En este país se aprovechan todas las oportunidades para sacar unos chavos. Os explico, mangantes:
     Hace un par de meses, al transitar por la Avda. de Manoguayabo, me detuve en un semáforo. De forma casual, miro por el retrovisor interior del carro y veo que viene una moto (con su motorista encima, evidentemente) a toda velocidad... Y en dos segundos se estrella contra la parte trasera de mi carro. El golpe fue tremendo...
     Como ya había escuchado cuentos al respecto de algunos accidentes que ocurren y la pillería y tigueraje que se esconde en esos casos, me quedé dentro del carro y esperé a ver cómo se iban produciendo los acontecimientos...
     El muchacho, que no tenía más de 18 años y que ni siquiera llevaba casco, se levantó del suelo, con rasguños en la cara y los brazos. Cogió su moto y se apartó a la acera donde había otros compañeros del oficio (de motorista y de tigueraje, claro).
     Al minuto, sin bajarme yo aún del carro ni saber qué es lo que el amiguito me había hecho en mi vehículo, se acercó otro motorista y moviendo exageradamente los brazos me indicaba que tenía que pagarle la avería de la moto y las heridas del cuerpo al accidentado. Ahí sí que ya me bajé del carro y le dije al motorista defensor del caso que a quien deberían ayudar es a mí, puesto que yo me encontraba parado correctamente en el semáforo y fue el otro el que me embistió por detrás y me ha dañado la parte trasera de mi vehículo. El muchacho insistió y me dijo: "al menos dale a mi amigo 1.000 o 2.000 pesos". ¡Increíble!
     El muchacho accidentado fue desapareciendo y yo, al no ver al dicho joven y comprobar que podía andar por su propio pie, me fui también. Todo terminó y nadie pagó nada a nadie...
     La pobreza, la miseria y la precariedad provoca que en este país haya tanto bandidaje, tanto tigueraje, y que se busque cualquier oportunidad para sacar unos pesitos. Imagino que, una vez más, mi cara y acento español despertaron en aquellos muchachos el afán recaudatorio.
     Amigo motorista, te envío dos mangos: uno para que te lo comas antes de coger la moto, te tranquilices y manejes más despacio; el otro mango para que sacies el hambre que tienes (debido a las situaciones injustas que se viven en este país) y que cuando provoques un accidente no busques aprovecharte de la otra persona, porque tu estómago esté vacío.

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