5 de noviembre de 2011

El aceite que abre puertas


     Este domingo escuchamos en el evangelio la parábola de las doncellas: de las sensatas y las necias, de las inteligentes y las torpes, de las espabiladas y las despistadas, de las precabidas y las que improvisan, de las que entran y las que se quedan fuera...
     Y es que este evangelio nos recuerda que no podemos andar a medias tintas, que no podemos pasar por la vida de cualquier manera, porque si no nos quedamos sin sitio en el banquete del Reino.
     La diferencia entre unas doncellas y otras es mínima: unas tienen el aceite para prender la lámpara y otras no lo tienen y no pueden prender la lámpara.
     La clave, por tanto, para estar junto a Dios está en el aceite. Por eso, hoy debemos preguntarnos: ¿actualmente qué es el aceite? ¿y dónde y cómo podemos conseguirlo para no quedarnos fuera del banquete?
     Me atrevo a decir que el aceite hoy en día es: la oración, el encuentro cercano con el prójimo, la ayuda al más necesitado, un gesto sencillo de amor y solidaridad, la Palabra de Dios...
     Y yo creo que podemos encontrar y adquirir ese aceite en nuestro grupo de fe, en nuestra comunidad, en nuestra parroquia, en nuestro grupo de amigos, en los pobres que llaman a nuestra puerta, en la Eucaristía...
     Por tanto, Mangantes, vayamos a comprar el aceite que prende nuestra lámpara, porque con él la puerta del Reino se abrirá.

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