28 de septiembre de 2012

Todos cojos, mancos y tuertos

     Desde luego, Jesús a veces tiene unas cosas terribles… Este domingo en el evangelio dice que si tu mano te hace pecar, córtatela, que si tu pie te hace caer, te lo cortes, y que si tu ojo te lleva por el mal camino, te lo saques, porque es mejor entrar en el Reino de los cielos cojo, manco o tuerto, que con todas las partes del cuerpo, pero arrastrando un montón de pecados.
     Yo aún no he estado en el Reino de los cielos, pero si me pusiera a imaginar cómo es aquello y cómo están las personas que están allí me los imagino a todos cojos, mancos y tuertos, porque ¿quién no peca en algún momento de su vida? ¿quién no comete errores? ¿quién no se deja llevar por la tentación?
     La comparación que utiliza Jesús es fuerte y radical, pero nosotros podemos suavizarla un poco y explicarla de forma que no tengamos que quedarnos todos cojos, mancos y tuertos.
     Por eso propongo algo que en el tiempo de Jesús no existía: el “RECICLADO”. Ahora está de moda reciclar, reconvertir, reorientar y reutilizar aquello que ya no nos sirve y botamos al zafacón.
Por eso si tus acciones (tu mano) no son buenas, recicla buenas acciones, reutiliza tu mano y ponla a hacer cosas positivas por los demás.
     Si tus pasos (tu pie) no van bien encaminados y te llevan por el mal camino, no te lo cortes así sin más, reutilízalo, camina por otros senderos, busca otras metas más beneficiosas para todos.
     Si tu mirada no es pura, si miras con recelo a los demás; si tu mirada está cargada de odio, no te lo saques aún, recíclalo y pon tu mirada en el evangelio, lee la Palabra de Dios, y así tu ojo estará mejor orientado.
     Yo no sé ustedes, pero a mí no me gustaría quedarme ni cojo, ni manco ni tuerto, así que pongámonos a reciclar nuestras manos, nuestros pies y nuestros ojos dándole un mejor uso.

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