15 de febrero de 2013

El desierto, Benedicto XVI y Jesús



En esta semana en ámbitos eclesiales y sociales, una noticia ha reinado por encima de las demás. Dos días antes del comienzo de la Cuaresma, Benedicto XVI anunciaba que se retiraba, para dejar paso a otro Papa con más fuerza corporal y espiritual que guíe los destinos de la barca de Pedro.
Y en medio de todo el revuelo que la noticia ha provocado, nos encontramos con un nuevo tiempo de Cuaresma que nos invita a prepararnos para vivir la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor.
Y en este 1º Domingo vemos cómo Jesús es llevado por el Espíritu al desierto. Después de ser bautizado, necesita encontrarse profundamente con Dios y por eso se va a la soledad y el silencio del desierto para encontrarse cara a cara con Él, aunque también sabemos que le vienen las tentaciones.
Curiosamente (permítanme la comparación) Benedicto XVI también ha sido llevado por el Espíritu a tomar la decisión de retirarse, de alejarse de las cámaras, de los protagonismos, del poder y de las exigencias papales para encontrarse más con Dios, desde la intimidad, silencio y retiro de un Convento de Clausura.
Creo que el mismo Espíritu que llevó acertadamente a Jesús al desierto, ahora, acertadamente también, lleva a Benedicto a tomar la decisión de renunciar al cargo, para “cargarse” y llenarse más de Dios. Demuestra ser un hombre sencillo y humilde. Y eso es de valorar en un Papa.
No sabemos si entre los muros del Convento de Clausura, Benedicto tendrá tentaciones, como las tuvo Jesús, pero sí que le deseamos que su retiro le ayude a seguir creciendo espiritualmente.

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