9 de julio de 2010

Hola, hermanos... Adiós, hermanos

Queridos mangantes: ayer estaba tranquilamente a la tarde en casa, escuchando música, y llamaron al timbre. Me acerqué, abrí la puerta y me encontré a dos jóvenes bien vestidos con corbata y una identificación en la camisa con sus nombres. Y enseguida pensé: dos mormones que están evangelizando. Con acento norteamericano, me dieron las buenas tardes, me dijeron que eran misioneros y que querían hablarme de la actualidad y el futuro de Jesús, de la venida inminente del Reino y otras cosas más. Yo les dije que encantado, que yo también era misionero y que en esta casa vivíamos varios religiosos y no nos importaba hablar de Jesús, ya que "algo entendíamos". Ellos me indicaron que no tenía por qué ser ahora, que podían venir otro día. Ahí fue donde descubrí que la venida del Reino no era tan inminente como anunciaban...
Les dije que podían venir por nuestra casa o por la Parroquia que los atenderíamos con gusto.
Estoy seguro que nunca jamás van a volver a nuestra casa, y en la lista que llevan nuestra dirección tendrá al lado una etiqueta que ponga "danger" (peligro).
Esto mismo ya me ocurrió en mi pueblo, Herencia, hace unos años, cuando estaba de vacaciones y un Testigo de Jehová llamó a la puerta de la casa de mis padres, le abrí, me dijo a lo que venía y yo me presenté como sacerdote. La respuesta por su parte también fue: "otro día podemos hablar".
Yo no sé si es que los sacerdotes les hemos hecho algo o es que nos tienen miedo, miedo a que les rebatamos los argumentos, miedo a ponerles en entredicho algunas de las ideas que les han metido de la Biblia, miedo a perder el tiempo sabiendo que de nosotros no van a sacar ningún adepto, miedo a perder su fe, miedo a...
En Lc 5,10 nos encontramos que Jesús dice a Pedro: "No temas, en adelante serás pescador de hombres". Eso mismo les dice hoy también a los Mormones, y a los Testigos de Jehová, y a los Evangélicos, y a los Pentecostales... y a los Católicos. Sí, a los Católicos también, porque a veces tenemos miedo, temor a lo que otros piensen de nosotros, y no nos atrevemos a hablar de Jesús con la gente. Evidentemente que no tenemos que ser pesados y estar hablando siempre de lo mismo, pero de vez en cuando no viene mal hablar de Dios. Podíamos imitar a nuestros hermanos protestantes e ir de casa en casa, compartiendo la Palabra, sin el objetivo de convencer a nadie de nada, sin buscar enfrentamientos dialécticos, sino simplemente dando gratis aquello que hemos recibido gratis.
Hermnos mormones, fue rápido nuestro encuentro ecuménico, porque casi fue un hola y adiós. Espero que la próxima vez que nos veamos queráis compartir la Palabra de Dios, porque yo, sinceramente, me quedé con ganas.
Fdo.: Otro misionero

2 comentarios:

  1. Yo también creo que muchas veces los católicos tenemos miedo a lo que los demás puedan pesar de nosotros..

    Saludos desde España Santi! :)

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  2. hola, Carmen, gracias por tus comentarios. A ver si superamos el miedo.

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