12 de febrero de 2011

Por si tenían poco...

     Cuando visitas las casas de los niños limpiabotas y las condiciones en las que viven, descubres la suerte que tú tienes al vivir donde vives. Pero cuando te enteras, como ha ocurrido hace poco, que a uno de los niños de la Fundación se le ha quemado la casa, te pones rebelde, miras al cielo y dices: "¿y por qué a él? ¿no se podía haber quemado la casa de algún multimillonario? Al fin y al cabo ese riquito tendría dinero suficiente para construirse otra igualita".
     Esta familia ya tenía poco, y ahora tienen aún menos. Probablemente no echarán de menos el lavavajillas, la computadora o el microondas; tampoco echarán en falta el colchón de agua, el sofá reclinable o el aire acondicionado, porque nada de eso tenían. Pero seguro que sí echarán de menos las cuatro paredes de madera, paja y barro que, aunque poco, les protegían y les daban intimidad.
     Y lo mejor de todo es que al poco tiempo vi al muchacho en las actividades de la Fundación y lo encontré feliz, como si nada hubiese pasado. Y entonces entendí aquello de que no es feliz el que todo o casi todo tiene, sino el que poco o nada necesita. 

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