19 de marzo de 2012

Milagro y magia

     Hace unos cuantos días, cuando me estaba preparando para celebrar la Eucaristía apareció una señora que me dijo que tenía unas heridas pequeñitas en una pierna para ver si podía darle agua bendita. Le dije que no acostumbrábamos dar agua bendita porque luego la gente la utilizaba para brujerías, hechicerías y supersticiones, que lo que debía hacer era participar en la celebración con devoción, ofrecerle al Señor su vida y pedirle que le curara todas sus dolencias. La señora quedó un poco contrariada y enfadada, porque eso no era lo que ella quería.
     De repente una de las personas que había por la Sacristía y que había presenciado la escena, se acercó y le dijo a la señora: "mire, eso si se echa un poco de alcohol la herida se irá cerrando".
     La respuesta de aquella persona a la mujer me gustó, porque era algo directo y eficaz, que solucionaba realmente el problema. Y es que en muchas ocasiones no nos damos cuenta que no es necesario buscar soluciones milagrosas ni mágicas ante las cuestiones que nos plantea la vida. Pensamos que el agua bendita lo sana todo, mientras que existen medicamentos o elementos del día a día que curan nuestras enfermedades.
     Muchas veces corremos el peligro de creer en los signos como el agua o el aceite como algo mágico que tal y como se aplican sobre nosotros actúan y nos sanan. Eso, como digo, es magia, superstición. Nuestra fe es algo más profundo. Los signos como el agua bendita es algo que nos debe conducir hacia Dios. Recordemos que cuando Jesús curaba a alguna persona lo hacía porque esa persona tenía fe en Dios.
     Uno de los grandes milagros de la vida es comprobar cómo la medicina va avanzando y se van encontrando soluciones a las diferentes enfermedades que van apareciendo. Es difícil encontrar solución a todas las enfermedades, pero Dios pone en nuestras manos las herramientas necesarias para que la medicina avance. Busquemos en nuestra vida milagros, no soluciones mágicas.
     Invito a los mangantes a que cuenten y compartan algún milagro cotidiano del día a día, algo tan extraordinario y especial que por ser diario no sabemos valorarlo.
     Empiezo diciendo que el hecho de que cada día vengan nuevos niños a la vida es un milagro de la naturaleza, es una presencia real y extraordinaria de Dios.

1 comentario:

  1. herenciana que busca19 de marzo de 2012, 14:29

    Leer tus mango para mi tambien son pequeños milagros que siempre mueven algo en mi es precioso lo observador que eres cosas sencillas y cotidianas que a otros nos pasan inadvertidas tu nos das grandes lecciones tus palabras solo pueden ser un regalo de DIOS gracias Santi eres el mejor mediador.

    ResponderEliminar