25 de diciembre de 2012

Feliz Navidad: motivos para llorar y para reír


     Hola, Mangantes, soy el Niño Jesús, creo que no necesito demasiadas presentaciones, ¿verdad? Ya muchos me conocen y saben de mi vida.
     Hoy, día de Navidad vengo a este mundo, nazco en un humilde portal y deseo quedarme aquí con ustedes para regalarles la salvación. Cuando un niño nace, lo primero que hace el doctor es darle una palmadita en las nalgas para que arranque a llorar. No sé muy bien cuál es la razón exacta para hacer esto, pero conmigo nadie ha tenido ese detalle. Mis padres, José y María, poco saben de bebés (recuerden que yo soy el primer hijo que tienen). Pero sí debo reconocerles que siento deseos de llorar y soltar las lágrimas que llevo dentro al contemplar cómo en algunos rincones de la tierra falta amor y paz. Me conmuevo cuando leo un periódico y veo que algunos niños son maltratados por sus papás; me entristezco cuando me entero que una persona arrebatada de locura entra en una escuela y mata a otras personas; me lleno de pena cuando las familias se rompen y los papás se separan; me pongo a llorar cuando un hombre se queda sin trabajo y no tiene con qué alimentar a sus 3, 4 ó 5 hijos; me pongo triste cuando una persona anciana vive sola y nadie la visita; me brotan las lágrimas cuando veo a los jóvenes perdidos, desorientados y sin rumbo, muchos de ellos atrapados en las garras de la droga o el alcohol sin poder tener control de su propia vida; me apena contemplar cómo muchos niños sufren explotación y son obligados a trabajar.
     Y si me fijo en la Iglesia que yo mismo fundé a veces lloro porque algunos sacerdotes no cumplen bien con su misión, otros sólo se preocupan del dinero e incluso los hay que abusan sexualmente de los niños (¡qué repugnancia!). También me da pena ver cómo muchas personas encargadas de llevar los destinos de esta misma Iglesia sólo piensan en mandar, censurar y someter al pueblo de Dios y no en servirlo. Me entristece que a veces la Iglesia viva dividida, porque eso no va con el Evangelio que yo prediqué.
     Pero, Mangantes, los niños también sonreímos con facilidad y nos alegramos cuando alguien viene a nosotros y nos hace carantoñas. Por eso, también muestro mi alegría al contemplar el mundo y ver la cantidad de adelantos que la ciencia hace, las soluciones que se van dando a algunas enfermedades, aunque aún queda mucho por avanzar y conseguir. Sonrío cuando veo la cantidad de organizaciones que se ocupan y preocupan por defender los Derechos Humanos, especialmente la de los niños. Esbozo una sonrisa cuando veo a mis papá, María y José, unidos, felices y contentos, como tantas otras familias que viven unidas. Me alegro cuando una familia no se conforma con tener un hijo o dos sino que busca la manera de traer al mundo todos aquellos niños que en conciencia ellos pueden educar y alimentar. Sonrío cuando un político corrupto es apresado. No me alegro tanto de su desgracia, sino de que se haga justicia. Me río a carcajadas cuando un niño o una niña con alguna discapacidad física o psíquica rompe barreras y demuestra que tiene otras capacidades diferentes a las de los demás.
     Mi Iglesia, aquella que yo fundé, también me da alegrías, cuando contemplo tantas personas que de forma generosa y altruista dan su vida por los demás: religiosas o religiosos, sacerdotes y laicos dedicados a llevar salud, educación y alimento allá donde nadie llega. Me alegro y lleno de orgullo cuando veo una celebración de la Eucaristía donde todo el pueblo participa, y el sacerdote no se convierte en protagonista. Me lleno de satisfacción cuando los papás llevan a sus hijos a bautizar y les educan en la fe, no por apariencia social, sino porque realmente así lo creen y lo viven. Sonrío cuando un joven decide hacerse catequista y dedicar su tiempo de forma generosa a educar a otros en la fe.
     Tengo muchos motivos para llorar, pero tengo aún más motivos para sonreír.
     Mangante, mira y contempla nuestro mundo, ¿tienes motivos para llorar? ¿tienes motivos para reír? ¿Qué prefieres hacer?
     Feliz Navidad a todos los que como yo tienen motivos para llorar y reír. Por cierto, estoy encantado de habitar en sus corazones, ahí sí que me siento cómodo.

2 comentarios:

  1. Hola Santiago, qué mango más bonito, me encanta,creo que no sabría expresar tan bien lo que siento y pienso. Tienes razón, siempre hay motivos para llorar y para reír, depende de para qué lado mires. Lo importante es que mires para donde mires, siempre estemos del lado bueno, del lado de la justicia, de la esperanza, de la fe y del amor a los demás, que es lo que seguramente le hubiera gustado ver a Jesús al nacer, y que de hecho pienso que todo eso es Jesús. Intentaremos transmitir esto a todos los que nos rodean, en nuestra familia, trabajo, amigos... Bueno Santi, Feliz Navidad.

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  2. Santi ,antetodo feliz navidad.que bien transmite lo que piensas y pensamos muchos.la vida a veces es triste pero casi siempre es preciosa se rie, se llora pero yo aconsejo a todo el mundo que practique el deporte de reir aunque sea de nosotros mismos.yo creo en un jesus que siempre esta y cura las almas con una sonrisa .Hay que hacer todo lo posible porque todos los que esten a nuestro alrededor se rian bien con nosotros O de nosotros.asi todo el mundo seria mas feliz.PORQUE JESUS SE RIE CON NOSOTROS.

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