11 de diciembre de 2012

La Mula y el buey

     Hola, Mangantes, somos la mula y el buey. Aparecemos en todos los nacimientos y belenes de la tierra. Después de colocar las figuras de la Virgen, San José y el Niño, la gente a continuación, nos pone a nosotros.
     Muy poca gente conoce nuestra verdadera historia, y cómo aparecimos aquel día del nacimiento del Hijo de Dios en aquel establo. Muy poca gente conoce nuestros nombres ni qué fue de nosotros una vez que José, María y el Niño se marcharon de allí.
     Aprovecharemos entonces para contarles todo esto a ustedes.
     Yo, la mula, me llamo Matea. Mi amo me puso ese nombre porque era tan original que a todas sus mulas las llamaba Matea. Sí, sí, ya se imaginan mi madre se llama Matea, mi hermana se llama Matea, mi tía se llama Matea, mi abuela se llama Matea, mi bisabuela se llama Matea. ¿Saben cómo se llamaba mi tatarabuela, que en paz descanse? –Acertaron: Matea.
     Yo, el buey, me llamo Bartolomé, aunque todos me llaman Bartolo. ¿Y saben por qué tengo ese nombre? –Porque mi amo es tan original que a todos los bueyes nos llamaba así. Así que no hace falta que les diga cómo se llamaba mi padre, y mi hermano, y mi tío…
     Nosotros nos conocimos en casa de nuestro amo. Ambos trabajábamos de sol a sol, sin descanso. Nuestro señor nos trataba bien y nos daba bien de comer, cada vez que terminábamos la faena. Pasábamos tanto tiempo juntos trabajando que empezamos a entablar una gran amistad. Y esa amistad se fue convirtiendo poco a poco en amor. Ya sé que les extraña lo que les cuento, porque no es normal que se enamoren un buey y una mula. Un día el amo se enteró que éramos novios, nos pilló en el establo besándonos, y nos expulsó de su casa, porque en aquella época no estaba bien visto que las mulas y los bueyes se quisieran. Empezamos a caminar y a caminar, hasta que llegamos a aquel establo sucio y desordenado. Decidimos que aquel iba a ser nuestro hogar, y lo acondicionamos a nuestro gusto.
      Un buen día apareció una pareja en nuestro establo. Ella estaba embarazadísima. El niño podía venir en cualquier momento. Nos contaron que ellos también habían tenido que huir, que no eran comprendidos en su aldea, y muchas otras cosas más. Su historia nos recordó a la nuestra y decidimos invitarles a que se quedaran. María, que así se llamaba la joven nos contó que iba a ser un niño, que estaba segura. Nosotros nos mirábamos sorprendidos porque en aquel tiempo no existían tantos aparatos como ahora para saber si iba a ser niño o niña.
      Estábamos hablando cuando de repente María comenzó con las contracciones. En un abrir y cerrar de ojos, María dio a luz y comenzamos a escuchar llorar a aquel niño.
      Todo esto ocurrió en la noche, y como hacía frío, José nos pidió que diéramos calor al niño con nuestro aliento. Así estuvimos varios días, hasta que José decidió marcharse porque había tenido un sueño o algo así.
      Luego, después de unos años nos enteramos que aquel niño fue el Mesías y que murió en una cruz, ¡pobrecito!
      Lo mejor de nuestra historia es que cada año en Navidad, nosotros, Bartolo y Matea, nos volvemos a juntar, pasamos casi un mes unidos y, después de cepillarnos bien los dientes para no echarle nuestro mal aliento al Niño, le damos calorcito para que se sienta como en casa.

3 comentarios:

  1. Hola Santi, no se como hacer pero ningún mensaje lo puedo enviar lo intento siempre de mil formas pero nada, Si llegara por favor dímelo. Tengo muchos comentarios sobre todo lo que escribes que me encanta, un abrazo y Feliz Navidad. Leo Abengoza

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  2. Por fin creo que lo he conseguido.
    Me encanta la ternura con que cuentas todo lo referente a la Navidad, yo desde hace unos cuantos años siento mucha tristeza cuando se acerca la Navidad,aunque procuro no se note.
    Siempre coloco la sagrada familia con el buey y la mula, y seguiré poniéndolos siempre a pesar de lo que diga el Papa, pues no tendría nada de extraño que en un establo se encontraran animales como el buey y la mula. por que querer negar una cosa así, cuando tenemos que creernos que los Magos de Oriente fueron guiados por una estrella hacia el portal.
    Si hablamos de fe, no deberían ir quitándonos, esas pequeñas cosas que hacen que los corazones se sensibilicen un poco y nos olvidemos de tantas cosa malas que pasan a diario.
    Feliz Navidad.
    Un abrazo. Leo A

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  3. Leo, comentario recibido perfectamente. Gracias por tu aportación y tus ideas. La Navidad es siempre una oportunidad para vivir de otra manera las cosas sencillas de cada día. Un abrazo...

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