Viendo visiones, hermanos, se quedaron los 3
discípulos que subieron con Jesús al Monte y escucharon las palabras que
provenían del cielo diciendo que Jesús era el Hijo amado de Dios, el
predilecto.
Ellos vivieron una experiencia única e
irrepetible, tanto que no querían bajar del monte.
Pero no fue la única vez que vieron
visiones y cosas extraordinarias. Cuando Jesús dice las bienaventuranzas vieron
visiones, cuando Jesús curó al ciego, expulsó demonios o resucitó muertos, sus
discípulos también vieron visiones.
Me imagino que para ellos el estar al
lado de Jesús y ver las cosas extraordinarias que decía y hacía era ver
visiones.
Pero también nosotros vemos visiones.
Claro que sí. Miren, cada vez que una familia pobre recibe la ayuda de unos
vecinos, vemos visiones. Cada vez que un niño que trabaja consigue salir de esa
situación e ir a la escuela, vemos visiones. O cuando alguien que tenía una
enfermedad difícil de curar y se sana, también vemos visiones. Cuando un
político no piensa sólo en sí mismo y ayuda desinteresadamente a la gente,
vemos visiones. Y cada vez que un muchacho o una muchacha deciden dejarlo todo
y seguir a Jesús a través del sacerdocio o la Vida Religiosa, estamos viendo
visiones. Cuando un Papa decide renunciar a seguir llevando el timón de la
Iglesia para dejar que otras personas tomen ese timón (como ha ocurrido),
estamos viendo visiones…
Es bonito ver visiones y soñar, pero
les recuerdo que lo importante no es ver visiones y soñar, sino cumplir esos
sueños.
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