4 de junio de 2013

Una niña me hizo la homilía


A veces nos pasa a los sacerdotes -al menos a mí me pasa- que lee las lecturas del domingo y no sabe cómo orientar la homilía. En unas ocasiones es porque las lecturas son complicadas y uno no sabe por dónde salir, y en otras porque es tan rica la Palabra de Dios en contenido y se puede hablar de tantas cosas que uno debe seleccionar y saber bien qué es lo que va a decir.
Bueno, pues hace unas semanas estábamos celebrando el Solemnidad de la Santísima Trinidad y debía preparar la homilía para la Misa de los niños. Yo le daba vueltas y vueltas, sin saber exactamente qué camino tomar ni qué decir para que los niños entendieran un Misterio tan grande.
Cansado de buscar, me dije: "Dios me iluminará".
Comencé la homilía y le pregunté a la gente qué es lo que entendía ellos cuando hablábamos de la Santísima Trinidad, que qué era aquello del Padre, el Hijo y El Espíritu Santo. Después de escuchar varias ideas, pidió la palabra una niña de 7 años, y se acercó a mí con la idea de hablar por el micrófono y decir lo que pensaba. Le di la oportunidad, la niña tomó el micrófono con una mano y con la otra mano hizo la señal de la cruz, diciendo: "En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo... muah". Lanzó un beso tan sonoro que retumbó en toda la Iglesia y despertó el aplauso de la gente, emocionada ante esa niña que con un solo gesto había desentrañado todo el Misterio de la Trinidad y nos lo había hecho comprensible para todos: pequeños y grandes. Aquel día la homilía prácticamente acabó allí porque realmente eso es Dios: un Padre, que es Hijo y que es Espíritu al mismo tiempo, y nos regala su amor en forma de beso.
Hermanos sacerdotes, el día que alguno no sepa cómo orientar la homilía, llamen a un niño o una niña y ya ellos se encargarán e acercarnos a Dios y hacernos fácil lo difícil.

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