18 de enero de 2014

Una buena limpieza


“Codero de Dios, que limpia el pecado del mundo”, eso es lo que escuchamos en el Evangelio de este domingo. Vemos que nuestras calles muchas veces están sucias, que todo el mundo tira las cosas al piso, que cantidad de perros callejeros andan removiendo y revolviendo la basura… ¡Qué bien nos vendría una buena limpieza! Pero la limpieza no sería solo de la basura física, también nos vendría muy bien una limpieza de la basura personal. Una limpieza de muchas personas que lo único que hacen es contaminar, ensuciar, manchar y dañar lo que otros hacen.
Por ejemplo, vendría muy bien una limpieza de políticos corruptos, interesados y egoístas; también podríamos conseguir una limpieza de periodistas mentirosos, manipuladores y malintencionados que cuentan las noticias según su interés. Sería fantástica una limpieza de sacerdotes, religiosos o religiosas que no cumplen con sus obligaciones o que su conducta moral no va en sintonía con lo que predican. Quizá la limpieza pueda extenderse a esos papás o mamás que de forma irresponsable abandonan a sus hijos. La limpieza podría alcanzar a aquellos esposos que maltratan a sus esposas verbal o físicamente, que las engañan y tienen líos amorosos con otras.
Hay tanto que limpiar… que la lista podría ser infinita. Tenemos la suerte de tener un Dios bueno, misericordioso y compasivo, que se apiada de nosotros y nos da una nueva oportunidad, pero cuidado… no vaya a ser que las oportunidades se nos vayan agotando y nos afecte también esta “limpieza general”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario