26 de junio de 2010

¿Para qué sirve que llueva?

Ya en un mango os conté que aquí llueve más que en el Diluvio universal y que Noé se pasaría unos cuantos meses metido en el Arca con miedo a salir porque siempre está nublado.
Pues a raiz de tanta lluvia, he ido observando algunas cosas que me hacen mucho que pensar.
He visto que cuando cae tanta agua las calles y avenidas se convierten en ríos, los carros en veleros improvisados y los conductores en piratas intentando conquistar tierra firme. A veces atravesar alguna calle se convierte en una auténtica aventura, porque el agua arrastra toda la porquería y suciedad que la gente tira en las calles. ¿La causa de todo este desastre? -Doble: la cantidad de basura que hay en las calles y que no hay unos buenos desagües. Y las calles que se inundan son muchas veces las principales avenidas de la ciudad: la 27 de Febrero y la Kennedy. ¿Se imaginan la Castellana o la Gran Vía de Madrid inundadas?
Pero, además, he seguido pensando y me he preguntado: ¿cómo puede ser que en un país en el que llueve tanto haya restricciones de agua? -Sólo hay una explicación: Alibabá-Leonel (el Presidente del país, para quien no lo conozca) con los 40 ladrones que tiene alrededor que son incapaces de hacer absolutamente nada en favor de los ciudadanos. Eso sí, seguro que a ellos no les falta el agua en la bañera de hidromasaje, en la ducha de su perro o en la piscina de su casita-mansión.
Además de todo esto, uno sigue sin entender por qué en este país en el que llueve tanto te dicen que hay falta de energía. ¿no se pueden construir y mejorar las centrales hidroeléctricas que hay? ¿o es que no interesa? -No es normal que todos los días nos corten la luz, y que haya días que sólo dispongamos de luz eléctrica 4 ó 5 horas. Es un insulto al ciudadano. Estoy convencido de que hay otras razones, otros intereses que pesan más, como por ejemplo todas las empresas que viven a costa de vender plantas eléctricas o inversores de luz. Se les vendría el negocio al suelo, y probablemente más de un ministro también se arruinaría. Pero, claro, es mejor que se arruine un país entero a que viva un poquito peor el ministro de turno. Es como cuando un señor enseña todos los días un hueso a su perro -permítaseme la comparación-, se lo pasa por las hocicos y nunca se lo da a comer. Pero, advierto al dueño del animal, a veces los perros ladran y llegan a morder.
Fdo.: Un Mangante Mojado

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