7 de abril de 2011

Los niños y la oración

Un día escuché á una mamá de fe evangélica que decía que cuando ella se ponía a rezar cerraba bien fuerte la puerta de su habitación, porque sus hijos la molestaban, le pedían cosas, le hacían preguntas y no le dejaban rezar. Siguió afirmando que a través de sus hijos se manifestaba "El Maligno" y se valía de ellos para que ella no pudiera rezar...
Sin embargo, hace unos meses una catequista de Valladolid me contaba que había tenido una oración muy especial con sus niños de catequesis y que había descubierto la ternura, la sensibilidad y el amor de Dios a través de las oraciones sencillas y sentidas de los niños.
Esas dos escenas tan contradictorias me han hecho reflexionar. Creo que la catequista, a diferencia de la mamá, ha descubierto aquello que dijo Jesús: "Dejad que los niños se acerquen a mí; no se lo impidáis, porque el Reino de Dios pertenece a los que son como ellos" (Mc 10, 14).
¡Qué sencillo sería para aquella mamá invitar a sus hijos a hacer oración y ponerse ante Dios, y de esa forma no sólo la dejarían rezar, sino que al mismo tiempo ellos podrían descubrir también a Dios!
Les propongo, queridos mangantes, dos cosas: una, que recen en estos días junto a algún niño o niña, para descubrir así más de cerca a Dios; y dos, que inviten a orar a alguien que viva a su alrededor: a su hijo, a su madre, a su padre, a su hermano, a su amigo, a alguien que pasa por la calle...
Si lo hacen, pueden contarnos a los demás mangantes su experiencia. ¡Atrévanse!

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