1 de agosto de 2011

¿Hermanos o primos?


     Hace poco me han ocurrido dos anécdotas muy similares, que me han hecho pensar sobre las relaciones entre unas confesiones cristianas y otras:
     Un día que iba yo a celebrar la Eucaristía a las mercedarias, en la misma puerta de entrada me abordan dos señoras que me ofrecen una revista y me dicen que me la entregan gratis. Yo que ya me conocía el cuento y sabía que eran Testigos de Jehová, les dije: "si vosotras entráis conmigo a Misa, yo os acepto la revista, e incluso os doy algún donativo por ella". Ellas, sin dudarlo, dijeron a una sola voz: "No". "Pues adiós" -dije yo.
     Otro día, iba en el carro, y en un semáforo, se dirige a mí una joven que, con una hucha en la mano, me pide para ayudar a construir una Iglesia. Yo le pregunto que dónde está esa Iglesia y que quién la va a construir. Ella me cuenta que está en un barrio cercano al lugar donde estábamos y que el templo que querían construir era de la Iglesia Pentecostal. Ahí entré en diálogo con ella y le propuse: "Yo soy católico y en mi parroquia estamos construyendo una capilla. Si tú me ayudas, yo te ayudo". Me miró y con una leve sonrisa, me dijo: "No". Yo la miré y le dije sencillamente: "Pues adiós".
     Me da la sensación de que a toda esta gente le comen tanto el coco que cuando ven a un católico convencido que les pone un argumento que no esperan, salen huyendo, por miedo a contagiarse o a ser ellos convencidos por los católicos.
     Y es una pena que esto ocurra. Cuando podríamos enriquecernos tanto...
     Por eso a veces uno piensa que más que hermanos somos primos, y más que mirar lo que nos une, vemos lo que nos separa. Y ese no es el modelo de cristiano que quería Jesús al pedirle al Padre: "Que sean uno, Padre, como nosotros".

1 comentario: