
"Había una vez en la selva dos animales muy famosos, muy conocidos. Todos los demás habitantes de la selva les conocían.
Uno era el León y daba órdenes a todos los otros animales. Cuando alguno se pasaba de la raya, Leo -que así le llamaban el resto de animales, porque era de los pocos que sabían leer- rugía y, por miedo, nadie se atrevía a levantar la voz. Llevaba tanto tiempo como rey de la selva que se creía con autoridad para hacer lo que quisiera y como quisiera.
El otro animal era el Hipopótamo. Se pasaba horas y horas en el río, disfrutando del agua, y le importaban bien poco los problemas del resto de animales. Cuando algún habitante de la selva venía a pedirle ayuda, él abría la boca y se reía, pero no movía ni un dedo. Hipo -que así le llamaban el resto de animales, porque cuando tragaba mucha agua le entraba hipo- ya había sido el rey de la selva, pero ahora vivía tranquilo y feliz sin complicarse la vida.
El caso es que un día Leo decidió dejar de ser el rey de la selva. Y convocó unas elecciones. Hubo algunos que se lo pensaron: el mono montó un discurso en el que todos se rieron a carcajadas, la jirafa prometió estar siempre atenta y divisar, con su cuello largo, a todos los que vinieran de fuera, el loro estuvo hablando durante varios días y dejó a todos cansados y aburridos...
Leo pensó en no presentarse a rey de la selva y puso a su hijo Nilo -que así le llamaban el resto de animales, porque nació a orillas del Nilo-. Además, para que todo siguiera en casa y Nilo no hiciera barbaridades convenció a su esposa Arita -que así le llamaban el resto de animales, porque le gustaba pasear por entre las palmeras luciendo su larga cabellera y su aretes-. De esta forma Leo seguiría siendo el rey de la selva, pero no tendría que dar ningún discurso, ni aparecer en actos oficiales...
Aún no habían llegado las elecciones a la selva, quedaban unos meses. Pero muchos animales estaban nerviosos porque dependiendo de quién saliera, podrían seguir cumpliendo su misión. Y es que la vida en el mundo animal era así. Los buitres no sabían si podrían seguir devorando a los otros animales, las serpientes no sabían si podrían seguir picando a sus víctimas e inyectarles su veneno, el elefante no sabía si podría seguir aplastando todo lo que se le pusiera por delante...
Ahora, Hipo y Leo están ocupados y preocupados en comprar votos a los diferentes animales para alzarse con la victoria y estar (o seguir) en el poder.
Total que la selva es la selva y, por desgracia, está en manos de dos animales manipuladores y mentirosos que sólo quieren aprovecharse del resto de animales".
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