Ahora después de leer el evangelio de este domingo, donde se nos habla de la figura del Buen Pastor, que cuida de sus ovejas y las conoce, me ha venido a la memoria el caso de aquel joven pajarero de mi pueblo. Y es que creo que en el fondo Dios actúa con nosotros de forma muy similar a como se comporta este cuidador de pájaros: Él nos alimenta, cura a aquellos que están heridos en el cuerpo o en el alma, escucha nuestra voz cuando cantamos (y también cuando desafinamos), y muchas veces simplemente nos observa en silencio y nos contempla a nosotros, sus criaturas. Y lo más interesante es que Él –Dios–, al igual que el joven de mi pueblo es feliz.
Yo ya sé que los pájaros no hablan, pero si le echamos un poco de imaginación y se nos ocurriera preguntar uno por uno a aquellos animalitos si quieren cambiar de dueño, estoy convencido que ninguno querría vivir en otro lugar ni tener otro cuidador que no fuera aquél que tenían. Del mismo modo, si a nosotros se nos preguntara si queremos cambiar de dueño, ¿seríamos capaces de renunciar a Dios y pretender encontrar otro “cuidador” mejor?
Que bonito cuentas las historias sencillas siempre nos descubres a Dios en las cosas que tenemos al lado y no vemos.Con tus pequeños relatos se podria escribir un gran libro .
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